ALERTA. Mis respetuosas discusiones con Juan Bosch

ALERTA. Mis respetuosas discusiones con Juan Bosch

Juan Freddy Armando

El líder revisaba Vanguardia del Pueblo antes de salir. Todo: reportajes, artículos, pies de foto, titulares, caricaturas. Debo decir que esas correcciones que hacía al material del periódico fueron una especie de escuela para todos los compañeros en el sentido gramatical, semántico, ortográfico, sociológico, económico, histórico, filosófico.

Al integrarme a la redacción, había dos coordinadores que eran, en cierto modo, directores ejecutivos: Ramón Cuevas y Leo Pieter, personas de mucha capacidad. Junto al equipo, preparaban el material del periódico y lo llevaban al líder para su visto bueno.

Fue así, incluso cuando el coordinador era el compañero Víctor Grimaldi, destacado periodista y estudioso de la historia; quien luego, durante varios años fue embajador ante el Vaticano.

En el tiempo de Cuevas y Pieter, conformábamos el equipo: poeta Raúl Bartolomé (hoy propietario de As Publicidad), Mario Ángel Méndez (actual editor económico del periódico Hoy), catedrático universitario Juan Bosco Guerrero, poeta y cuentista Ramón Tejeda, reportero Fernando Matos, caricaturista y excelente dibujante Nelson Gómez (presidente-fundador de publicitaria NG), periodista Marcia Rodríguez, el hoy psicólogo Manuel Ben, ahora periodista y abogado Orión Mejía, fotógrafos Darío Guerrero, Luis Vázquez y K-Chiro de Jaina (como se hace llamar en Facebook).

El hoy ex presidente Leonel Fernández y el historiador Diómedes Núñez Polanco, eran encargados de la página internacional y la literaria, respectivamente.

BOSCH DEJA LA REVISIÓN PREVIA DE VANGUARDIA

 Manuel Pérez Martínez, hoy catedrático universitario de filosofía y subsecretario de Formación Política del PLD, formaba parte del cuerpo de seguridad del líder. Me contó lo siguiente:

“Juan Freddy: Me enteré de que el Presidente del Partido había dejado de revisar el material del periódico previo a su impresión. Cuando estaba cumpliendo con mis funciones allí, un miércoles, -día de salida del órgano del Partido- él lo recibió y se sentó a leerlo. Al rato, me dice: ‘Manuel, leí ahora tu artículo de este número de Vanguardia sobre la clase gobernante. ¡Muy bueno!’. Me sorprendí, porque yo había visto siempre que le llevaban a revisión todo el material del periódico. Entonces descubrí que no lo había leído sino ahora, ya publicado. Luego, vi tu nombre en la mancheta”.

Efectivamente. Debido a sus muchas ocupaciones, que aumentaban más y más en la medida del rápido crecimiento del Partido, él había dejado de revisar el material de Vanguardia.

Una tarde, Bosch me dijo: “Juan Freddy: Ya no tengo tiempo de ver previamente el material del periódico. Te responsabilizo, como director, con la colaboración de Mario Ángel Méndez, de todo lo que salga en Vanguardia”.

Para mí fue un gran honor, muestra de confianza. Me asusté, pero asumí el reto junto a los compañeros que habían quedado en el equipo, ya que en ese momento varios de los más valiosos se habían ido del Partido, o del país, como Leo Pieter, quien marchó a EEUU.

“TÚ NO PUEDES ENMENDARME LA PLANA”

Nadie escribe perfectamente una lengua, porque los seres humanos somos imperfectos, como todo lo que existe. No se salvan de cometer errores escriturales ni siquiera los muy los distinguidos miembros de la Real Academia de la Lengua Española y de las Asociaciones de Academias.

El presidente del Partido escribía siempre las páginas centrales del periódico, con un largo artículo o entrevista en los que nos brindaba sus conocimientos políticos, escritos que trabajaba con tiempo, delicadeza y minuciosidad. Varios se convirtieron luego en folletos del sistema de formación de los compañeros en los círculos de estudios y comités de base. No recuerdo que encontráramos algo qué cambiarle a esos textos centrales.

Sin embargo, los que sí venían con algunos lapsus gramaticales o semánticos eran los dos o tres editoriales breves que Bosch escribía para la página primera. Se debía a que lo hacía rápidamente, pues trataban sobre los acontecimientos políticos de última hora.

Por eso, yo encontraba alguna coma que no iba o una palabra con ortografía o semántica impropia, y la corregía y mandaba a imprimir, pues no había tiempo de consultarlo. Agradezco mi formación gramatical a excelentes profesores: el propio Bosch, Aurelina de Carrero -durante mi bachillerato en Hato Mayor-, Rafael González Tirado, cuando estudié periodismo en la UASD.

Al leer el periódico y notar mis correcciones en sus textos, me llamaba, con buen o mal humor, para discutirlas conmigo. Algunas veces me increpaba: “Juan Freddy: Tengo más de 40 años escribiendo, y un muchachito como tú no puede enmendarme la plana”. Otras veces, admitía mis razones.

El domingo, continuamos.