ALERTA. Nunca he dicho que no hay que estudiar para escribir una gran obra

ALERTA. Nunca he dicho que no hay que estudiar para escribir una gran obra

Juan Freddy Armando.

LOS BIZCOS CREEN QUE TODOS VEN DOBLE

Uno de los riesgos que se corre al publicar nuestras ideas algunos lectores las malinterpreten, y lleven al extremo lo que uno ha puesto en los puntos medios. Quizás lo hagan porque proyectan en quien escribe su psiquis extremista de ver las cosas. Su enfoque hace aparecer mis ideas como extremas, y resulta que generalmente lo que se lleva al extremo tiende a lo contrario. Además, en el universo priman los puntos medios. Todo eso hace que las posiciones analíticas extremas con frecuencia estén equivocadas.
Evito caer en radicalismos, porque el universo es líquido, volátil, cambiante, y, como ya he dicho, la verdad también es así.
Escribo esto a propósito de que, hace unos días, oí a una poeta decirle a otra: “No te preocupes por estudiar literatura ni leer poesía, pues Juan Freddy ha dicho que eso no se necesita para escribir grandes obras”.
Parecía decirlo en broma, pero se veía que era esa la falsa idea que había captado en mi escrito o la que quería atribuirme como una manera de negar lo que afirmé. Tal vez lo percibió así por ser ella extremista. Quien es de una forma tiende a ver igual a los demás. El bizco cree que los demás también ven doble.
Sin embargo, yo jamás he dicho que para escribir buenas piezas no se necesita haber leído y estudiado. No. He reiterado lo contrario. Cito mi artículo titulado “ALERTA. Grandes obras escritas sin plan, y descubrimientos por casualidad”. Al final del mismo escribí: “Reitero: no postulo la inspiración repentina o la casualidad como métodos únicos para ciencia o el arte. Solo señalo que también ellas son caminos hacia la verdad y creatividad. Y que interactúa dialécticamente con lo planificado, sopesado y racional”.

LOS CONOCEDORES ENTIENDEN MÁS Y GOZAN MÁS

He escrito muchas veces que tiene mayor goce estético de una obra de arte la persona que más ha leído explorado y vivenciado. Porque puede desmadejar más misterios gozosos, más universos apasionados, más intersticios profundos. Mejor que quienes han leído o viajado menos en el mundo creativo, científico, técnico. Reitero: Mientras más se conoce más se goza. Y quien más sabe, es generalmente más artista.
Pero eso no es óbice para que una persona, sin haber leído mucho, pueda interpretar y gozar muchas obras de arte. Por ejemplo, “Francisco de Asís y el Lobo”, de Darío; “Canto de mí mismo”, de Whitman; “Lo que dice la boca de sombra”, de Hugo; “El poema de la hija reintegrada”, de Moreno. Podría poner muchos ejemplos de novelas, cuentos, drama, ensayos, etc. Es decir, quien haya leído poco puede también disfrutar obras de arte. Obvio, gozará menos que la persona con más conocimientos, por el hecho de que todo texto tiene muchas lecturas o caminos secretos explorables. De aquí que quienes tienen menos experiencia lectora, gozarán menos, pero gozarán.

ARTE ENCRIPTADO, HECHO SOLO PARA GENTE INSTRUIDA

Hay textos literarios, obras pictóricas, piezas musicales, cuyo cánones creadores están en una escala compleja difícil de captar para el simple espectador sin mucha lectura o instrucción en arte. Le está vedado entrar a ciertos territorios técnico-creativos cuyo rumor sienten a lo lejos, sus luces les relampaguean difuminadas y confusas, sus olores se pierden en el viento interior sin dejarse atrapar.
Porque esos tesoros solo pueden disfrutarlos a plenitud quienes han alcanzado el grado de iniciados o maestros de esa logia del conocimiento, masonería de la cultura, mística orden rosacruz del saber a las que solo tienen acceso los que han pasado largas noches hurgando en profundos libros o selectas salas de exposiciones, finos conciertos y viajes sensoriales por el amplio acervo acumulado por los excelsos creadores y genios científicos que han dedicado su vida a regalarnos esas exotéricas y esotéricas joyas.
Las muchas lecturas abren a la mente para inventar, crear o descubrir lo innovador, impactante, apasionado, humano. Entonces, los creadores descubrirán más técnicas y formas. Encuentran más cánones qué romper, y aumentan las probabilidades de hacer obras originalísimas, hitos en la historia artística o científica.
Lo que yo decía, y reitero, es que también pueden escribirse esas grandes y originalísimas obras sin lecturas, por casualidad, por azar, por circunstancias imprevistas.
A quienes no estén de acuerdo conmigo, los invito a que me refuten, y les ofrezco mi columna ALERTA para publicar sus opiniones.

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