El pasado 29 de noviembre de 2017, la Banda Nacional de Escuelas Libres unió a 120 artistas en homenaje al grandísimo Luis -Terror- Días, en el Teatro Nacional.Lamentablemente, otros compromisos me obligaron a estar ausente físicamente, aunque espiritualmente estuve ahí, ya que aparte de admirarlo y quererlo por su música, su condición de persona progresista, de patriota, fue también mi amigo durante muchísimos años compartidos de música, diversión, madrugadas, alegrías, amistades comunes e ideales por los que luchamos hombro con hombro poramor a nuestro pueblo.
Luis es autor de piezas básicas y geniales experimentos que revolucionaron nuestra historia musical. Además, duró años investigando y compilando tesoros folclóricos dominicanos en remotos campos y ciudades, junto a Convite. Rescató y elevó la bachata, el merengue, la mangulina y otros de nuestros ritmos.
MIS PALABRAS EN EL HOMENAJE DEL MINISTERIO DE CULTURA
Ahora, que el próximo viernes 8 se cumplen 8 años de su partida, publico el texto que escribí el día de su inesperada muerte. Palabras que el ministro José Rafael Lantigua me pidió las leyera a nombre del Ministerio de Cultura en el homenaje de cuerpo presente que se le rindióen el edificio que alberga la institución.
“Este 8 de diciembre de 2009 no amaneció tranquila la ciudad de Santo Domingo, porque algo grande había de pasar. Su viento, sus árboles, su mar, sus vetustos edificios coloniales, lloraban aire, polvo, hojas, agua, olas, porque uno de sus hijos predilectos luchó y fue vencido por la muerte a las 10:47 de la mañana.
Desde las dos noches anteriores, empezó a andar y desandar por la ciudad la tristeza, la intranquilidad, el llanto, pues uno de los más grandes artistas sufría un infarto al miocardio, y había empezado a pelear con la muerte a guitarrazos, a notazos musicales, a compases limpios, a palabrazos poéticos, a tamborazos, a palos rítmicos, con la misma fiereza que se enfrentó siempre al vivir, para preservar su eterna juventud de creador impenitente y genial.
A esa hora, volaba a lo alto del pentagrama el alma de Luis Díaz Portorreal, más conocido como Luis Terror Días, compositor, poeta, guitarrista, cantante, arreglista, investigador musical; su alma abandonaba el cuerpo material para convertirse en su música.
Desde ese día, él es más grande, porque ahora no está limitado por las andanzas de un cuerpo, las necesidades de un organismo, porque no depende su existir de respirar, de que circule la sangre o cuelen los riñones, o el hígado active su industria de químico interior, que el corazón tire o destire o el cerebro ordene y desordene, sino que es ahora solo música y letras inolvidables.
Ahora es la Suite Folclórica, es La Pringamosa, es Las Vampiras, Tangamana, Baila en la calle, es Los mosquitos puyan, El Guardia del Arsenal, es Helena,Anaísa, es Andresito Reina, Marola, es Tú quieres dormir y yo quiero andar, Mi Guachimán, La Gunguna; es, en fin, todas sus excelentes piezas.
Aferrado siempre a su guitarra, que tocaba como nadie, aun con un brazo deformado por el golpe de una caída un día que lavaba su ropa, nunca cesó de cantar, de componer, de investigar, y así voló Luis al cielo caribeño a ocupar el lugar de dios sincrético negro-blanco-indígena donde siempre estuvo: entre las estrellas de eterna luz.
Conociendo y reconociendo su altísima condición de hombre excepcional, el Ministerio de Cultura le rindió varias veces homenajes, de los cuales el más significativo fue el de declararlo Patrimonio Cultural Viviente, un par de años antes de su partida.
Luego, muchos artistas de diversas disciplinas organizaron recientemente otra muestra de admiración en vida a ese gran maestro dominicano con el concierto Por Amor al Terror, en el que se usaba ese calificativo de Terror que llevó desde hace varios lustros, no porque fuera terrorífico ni terrorista, sino por su actitud de apasionado amor por la música, por la entrega feroz a cada pieza que hacía, la furia creadora con que interpretaba sus fusiones de rock, reguee, jazz, merengue, mangulina, palos, gagá, y otros géneros musicales dominicanos y extranjeros, casi rompiendo su guitarra para arrancarle las más explosivas notas, golpeándole el cuerpo y las cuerdas, y dar a oído y vista las más emocionantes expresiones de júbilo, en una verdadera revolución visual y rítmica.
LUIS NOS REPRESENTÓ EN EL MUNDO
Cuando subía a los escenarios del planeta, acompañado de su hembra guitarra, en La Habana, en New York, Miami, en Managua, San Salvador, en Santiago de Chile, Río de Janeiro, en París, Madrid, Moscú, en Tokio, todos sabían que allí estaba la República Dominicana en toda su espléndida excelsa dignidad, de pie frente al mundo, en cuerpo de un mulato de 5 pies 8 pulgadas de estatura, atlético, corpulento, ejercitado en maratones y caminatas, y con una mente dispuesta siempre a inventar algo nuevo, algo genial, algo que la humanidad no pudiera sacar jamás de su memoria. Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Joan Manuel Serrat, Sarah González, Armando Manzanero, Marco Antonio Muñiz, Marc Anthony, Shakira, Alberto Cortez y otros muchos íconos universales del arte de calidad, sintieron respeto y admiración por las eximias creaciones de nuestro Luis Días.
Padre de muchos músicos: desde los bachateros y pericos ripiaos, paleros, mangulineros, pambicheros hasta los baladistas y clásicos sinfónicos, suman gran cantidad los hijos y deudores de Luis –Terror- Díaz Portorreal: Juan Luis Guerra, Sonia Silvestre, Víctor Víctor, Dioni Fernández, José Antonio Rodríguez, Manuel Jiménez, Fefita la Grande, Anthony Ríos,José Manuel Calderón, Luis Segura, Wilfrido Vargas, Kaki, Maridalia Hernández, Luis y Sergio Vargas, Zacarías Ferreiras, Darwin Aquino, José Antonio Molina, le deben algo a nuestro a nuestro genial artista, porque sin él, Dagoberto Tejeda, José Rodríguez, Ana María Guzmán y otros del grupo Convite, la bachata se hubiera muerto de hambre en los barrios, y no hubiese ingresado en los altos salones mentales y físicos del pueblo que la crió y la impulsó a crecer y hacerse dueña del sonido en todos los países de la Tierra.
Ahora, el merengue y la bachata están llorando, y sus notas se inclinan para besar la tierra en el lugar sagrado donde ha pisado el maestro Luis Días. Y el pueblo dominicano lo registra en su anales como uno de los momentos cumbres de su historial creador.
El nacimiento el 21 de junio de 1952 en Bonao y su muerte el 8 de diciembre de 2009 en Santo Domingo, definen un arco dorado, una diadema plateada que cubre de gloria a nuestra patria en su bandera, escudo, himno, su gente, música y letras, en la figura de ese hijo ejemplar que llevó y llevará siempre el nombre imperecedero del Maestro Luis –Terror- Días.
Altas y bajas tuvo. Sombras y luces. Pero son sus luces la herencia que hemos de reclamar como nuestras todos los que tuvimos la dicha de compartir el suelo de su nacimiento y muerte. Y bienaventurados los que pudimos compartir su amistad, buen humor, su sentido de respeto por los demás, sus convicciones revolucionarias y su pasión por las mejores esencias del pueblo dominicano.
Por amor al Maestro Glorioso, loor al gran dominicano, loor al gran ciudadano del mundo llamado Luis Días, y que se eleven todas las guitarras y vuelen todas las notas musicales a posarse sobre su rostro venerable”.