Finalicé mi anterior artículo dejando en el aire la pregunta sobre por quéel género referido se confunde con el estudio, tratado, artículo, reflexión, y otros pertenecientes a la ciencia y la técnica. Ahora nos disponemos a responderla.
La causa de ese error es el juego en que se basa el divertimento en el ensayo, que es precisamente ese: parecerse, fingir ser esos géneros, aparentar ser ciencia, filosofía, etc. Como uno de sus recursos de ficción, por momentos entra parcialmente en territorio de esos campos no literarios.
Eso no es extraño en el arte de la palabra, porque el rol de todo texto literario es contar historias ficticias que luzcan verdaderas, porque es una necesidad, recurso indispensable para darle vida auténtica y credibilidad frente al espectador. En eso consiste gran medida del disfrute de quien se solaza con la lectura.
Por ejemplo, el cuento busca hacer creer que es el relato de un hecho real de intenso impacto. Debe aparecer tan cierto como lo que ocurre en derredor quien lo lee, en su cotidianidad.
Cuando vemos por televisiónel derribamiento de las Torres Gemelas del Centro Mundial de Comercio, nos están narrando algo que sabemos es real, cierto, comprobable. Un cuento busca hacer que la ficción que nos refiere sea sentida de esa forma. Para ello, el escritor emplea talentos, técnicas y habilidades narrativas y consigue “vendérnoslo” como real. Esa es su misión: lograr que lo asumamos con tanta convicción de verdad objetiva como el hecho ocurrido el 11 de septiembre de 2001 en New York.
LOS MÉDICOS ESCRIBEN ESTUDIOS, NO ENSAYOS
A pesar de esas similitudes, a nadie se le ha ocurrido decir que hay cuentos científicos en los que el especialista de un área de la ciencia escribe o habla sobre un fenómeno, persona, etc. de su campo de conocimiento.
Por ejemplo, cuando el doctor José Miguel Gómez publica su libro Trujillo Visto por un Psiquiatra sería incorrecto decir que ha narrado una novela médica o psiquiátrica. Asimismo, tampoco ensayo. Lo correcto es decir que escribió un estudio, tratado, reflexión, etc., sobre Trujillo, y no poema ni ensayo histórico.Tampoco el historiador Hugo Tolentino está contándonos dramaturgia o novela histórica cuando ha escrito sobre la vida de Gregorio Luperón.
La novela finge ser historia. Historia de un entramado de hechos impresionantes. Así, Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez es la historia de una familia ficticia: los Buendía. Pero la maestría del narrador hace que el lector -sabiendo que todo es mentira- la asuma como historia cierta, y su memoria emocional la guarda como algo que ocurrió y vivió en la realidad. No obstante, eso es muy distinto a, una biografía de Luperón o Sánchez, Bolívar o San Martín. Esas historias familiares o biografías no son novelas. Son formas de dar a conocer datos reales sobre la vida de progenies o héroes, muy útiles para estudiar objetivamente la vida de los países a que pertenecen. Nadie en su sano juicio las calificaría de novelas históricas, porque estas son otra cosa: un subgénero literario.
Ahora bien: ¿por qué el novelista asume una postura similar a la del historiador, al contar hechos, fenómenos, descripciones de personajes, situaciones, conflictos, como si ciertamente hubiesen sucedido? Porque eso hace a lo contado creíble, verosímil, real. Es la magia sobrecogedora en la que necesita ser envuelto el lector para poder sentir el efecto psicológico de lo que novelado. Por ello, se excita y ruboriza cuando le describen una escena sexual o sentimental, o se aterroriza y desespera con los detalles de un fusilamiento. Siente como si estuviese realmente viéndolo y viviéndolo en carne propia, pues es transportado mentalmente a los lugares, espíritus y atmósfera de donde ocurren ambos fenómenos.
La poesía finge ser monólogo personal, diferente a la dramaturgia, cuyos parlamento buscan parecer diálogo. Además, teatro y cine buscan que el espectador se olvide de la sala, y piense que todo está ocurriendo en la realidad. El público llora o ríe al ver la obra en escena; cuando mira a los actores en la calle tiene dificultad para separarlos de los personajes que han hecho en la película o drama.
EL ENSAYO NECESITA PARECER CIENCIA
El ensayo, para ser verosímil, necesita hacer sentir que no está jugando a hacer filosofía o ciencia, sino que realmente las hace. Juega a que el juego es cierto, y que lo dicho podría ser verdadero –y frecuentemente lo es, como lo son muchos detalles del cuento, novela o poema- sin abandonar la idea del bello decir, las acrobacias verbales, aventuras creativas,sus recursos principales. Lógicamente, contiene elementos verdaderos, reales, de los que aprendemos y que son útiles al sabio científico, igual que en otras artes.
Claro, el ensayo, como todo género, es simultáneamente muchas cosas. Además, se le aplica una de las leyes fundamentales del universo: no hay seres puros. Todo lo que existe contiene a otros seres, incluso algunos que le son contrarios.Lo mismo ocurre, como hemos dicho, con los géneros literarios.
En el ensayo puede haber ciencia, narración, historia, música, pintura, tecnología, deportes, etc. Pero no es ni estudio ni libro de historia, ni pieza musical ni obra plástica, ni jornada deportiva, porque cada cosa es lo que mayoritariamente es; lo que prima, lo definitorio y fundamental, hacia donde se inclina más su naturaleza. En el poema, lo mayoritario es el asalto emocional de las palabras, el ritmo –más que musical, silábico-, la plasticidad –más que pictórica, verbal-, etc. En el cuento, un hecho. En una novela, el entramado de historias. El ensayo, es juego de ideas, y como tal siempre hace frontera con otros elementos sin dejar de ser lo que es: género literario.
Para identificar el escrito como ensayo ¿debemos tomar en cuenta si tiene o no bibliografía, si es extenso o breve, si se publicó en periódico, revista o libro, si es de un tema u otro, si tiene mayor o menor porcentaje de citas? Claro que no. Porque bibliografía, citas, etc., son propios de los géneros científicos o protocientíficos. Tampoco la extensión es referente para determinar si es o no ensayo. Sería lo mismo que, para determinar si el poema lo es o no, nos preguntáramos si es corto o largo, si se publicó como esto o aquello. Poemas largos y cortos son poemas. Ensayos largos y cortos, son ensayos.
Cabe aclarar también la confusión que se produce cuando el escritor publica un texto como artículo periodístico sin serlo. Se les perdona a quienes hacen los periódicos que le llamen artículos periodísticos, por ejemplo, a las publicaciones de mis amigos don Federico Henríquez Gratereaux o Enriquillo Sánchez en este periódico Hoy.Pero al crítico literario no debe aceptársele esa equivocación. Los escritos deambos excelentes artistas de la palabra, aunque se publicaran como artículos, en realidad son ensayos breves o extensos.
En conclusión, si en el campo de la ciencia nadie habla de poesía científica, novela científica, cuento científico, dramaturgia científica, ¿por qué ha de hablarse de ensayo científico? Los investigadores no escriben ensayos: escriben estudios, análisis, tratados, reflexiones.
El tema es apasionante. Por hoy lo dejaré hasta aquí, sin olvidar que faltan algunas vertientes másrelativas al mismo. Una de ellas, demostrar que la mayoría de los escritos de Pedro Henríquez Ureña, Juan Bosch y otros autores no son ensayos, aunque ellos mismos, equivocadamente, pudieran llamarles