Reconozco y saludo los ingentes esfuerzos que el Estado y las organizaciones defensoras de la mujer han hecho en la búsqueda de soluciones a los feminicidios. Sin embargo, las mismas no solo han sido fallidas sino que, a mi juicio, han contribuido a empeorar el mal.
¿Por qué cada día aumentan la violencia verbal, física y mortal contra la mujer? Fundamentalmente debido al uso equivocado de tres herramientas: ley, publicidad y educación.
Primero, las autoridades y organizaciones femeninas han tratado al hombre que violenta a la pareja como un delincuente. Por ello han hecho lo siguiente: 1. Endurecer las leyes, decretos y resoluciones para perseguirlo y castigarlo a través de la Procuraduría General de la República y los ministerios de la Mujer, de Interior y Policía y de la Mujer y otras instancias. 2. Crear nuevos instrumentos de protección de la víctima femenina.3. Instar a las mujeres a denunciar a las parejas que las maltraten verbal o físicamente. 4. Emplear el recurso legal del alejamiento. Abrir casas de acogida, apoyo psicológico. 5. Instalar fiscalías de apoyo especial a la mujer frente.
Los resultados negativos de esas políticas públicas son obvios: 1. Cuando la mujer denuncia o somete al hombre, multiplica su ira. 2. A cantidad de mujeres las han matado inmediatamente después de ello. 3. Si lo apresan, muchas veces la mata al ser libertado. 4. Mujeres retiran su querella y negocian con el hombre por motivos económico-sociales, y él sigue golpeándolas y hasta quitarles la vida. 5. El hombre considera a las autoridades como sus enemigas. 4. Él siente que se están metiendo en su territorio privado (su casa) y su propiedad personal (su mujer).
Segundo, han realizado campañas publicitarias, algunas veces con personalidades influyentes del arte o deporte, invitando al hombre a valorar a sus parejas, a no maltratarlas, etc. No obstante, estas campañas han sido mal enfocadas. ¿Por qué?: 1. Mantienen la anticuadavisión machista de que el varón es el protagonista de la relación, al señalarle que debe cuidar a “su mujer”. 2. La presenta a ella como un bien de él, su hija, protegida, dependiente, etc. 4. Lo focaliza como el causante de la violencia en vez de ver el hecho como fenómeno interactivo. 3. A ninguno de los dos les ofrece herramientaspara controlar sus reacciones.
Los malos resultados de esto son evidentes. Uno de los elementos psicológicos que lleva al hombre a maltratar a la mujer es esa concepción de que ella es inferior a él. Idea traída por siglos a través de las tradiciones sociales y religiosas. Como se sabe, en el mando de los Estados, desde el comienzo de la esclavitud el heredero del trono era predominantemente el varón. En los libros y textos guías del cristianismo, judaísmo, islamismo y budismo, las cuatro religiones dominantes en el mundo actual, la mujer aparece como inferior al hombre. Eso se refleja en que actualmente los directivos religiosos, gubernamentales y empresariales son predominantemente hombres, y la participación de la mujer es muy baja en relación a su cantidad poblacional y capacidad profesional. Aunque, obviamente, la mujer ha ido lentamente abriéndose paso.
Tercero, la educación hogareña, escolar, religiosa y social sigue alimentando en la psiquis del varón la idea de su dominio sobre la hembra, de su libertinaje amoroso y sexual de él y las restricciones para ella. Arraigan en él la idea de que “Yo puedo hacer de todo y tener mujeres, pero mi pareja no”. Las propias madres (y los padres, claro!) al educar a sus hijos, mantienen el sustrato mental inconsciente de la vieja frase machista: “Cuiden sus yeguas, que mi caballo anda suelto”. Por ello, sirven de poco o nada los consejos que las iglesias ofrecen a las parejas cuando van a casarse, porque estos se hacen sobre las bases religiosas, que ya hemos dicho que considera inferior a la mujer, y no le reconoce igualdad frente al hombre en la administración del hogar, la vida conyugal, crianza de los hijos, etc.
Las consecuencias de esto son claras. Crea las bases para que el hombre sienta que la mujer debe obedecerle, tolerarle que tenga amantes, amoríos, prostitutas, y hacer y deshacer en su vida callejera de chivo sin ley. Y si ella osa discutir algo de eso, o querer hacer lo mismo, o intentar dejarlo por esa conducta, él considera que le ha faltado a su honor, a su grandeza, a su dignidad de hombre, y que queda ante la sociedad como poco hombre, y ello lo lleva a perder los estribos con insultos, golpes y muertes a las mujeres.
¿Cuál debía ser la política correcta frente al problema? La respuesta es multifactorial, pero diríamos que deben ser fundamentalmente cuatro soluciones preventivas prácticas.
La primera es el trabajo preventivo: Organizar un equipo de psicólogas que ofrezcan gratuitamente servicio de ayuda, asesoría y apoyo a las mujeres que las esposas o novias, esposos o hijos, las que las llamen para consultarles sobre cómo mejorar sus relaciones de pareja en los momentos en que se visualiza el comienzo de una crisis, debido a discusiones álgidas, violencia verbal o atisbos de violencia física. Esto parte de la idea de que el hombre violento, en vez de verlo como un delincuente, debemos aprender a verlo como una víctima, un ser psico-socialmente enfermo de descontrol de sus emociones, inseguridades, paranoias, bipolaridad, esquizofrenia, y otros males psicológicos y psiquiátricos. De este modo, se enseña a la mujer a manejar situaciones y actitudes de su pareja, y al mismo tiempo, al hombre se le instruye sobre técnicas para controlar sus emociones. Si la psicóloga ve que es necesaria una separación, buscará los conducirá a hacerla del modo menos traumático posible.
La segunda, desarrollar unos cursos pre-matrimoniales que no sean vistos desde la óptica religiosa que predica el dominio del hombre, sino a partir de que ambos tienen los mismos derechos, y de realizarles estudios de carácter que los ayuden a saber si de verdad se aceptan, como son, y si están en condiciones psicológicas de ser parejas. También aquí se detectarán detalles de la relación de parejas que pueden prevenir a la novia sobre si es potencialmente un hombre violento, ya que el novio da unas señales de cómo será como esposo. La novia, en su romanticismo no los ve, pero la profesional de la psicología sí, y podrá prevenirla.
La tercera, impartir cursos sectoriales en los que se entrene a los padres y madres sobre cómo criar muchachos y muchachas lejos del machismo, enseñando a hermanos a respetar y amar a sus hermanas, y darles a conocer a las madres y padres técnicas para evitar la violencia intrafamiliar y conflictos de parejas.
La cuarta, campañas publicitarias que les ofrezcan técnicas psicológicas para controlar sus emociones, las cuales les servirán no solo para no violentarse en el hogar, sino incluso para resolver conflictos en su trabajo, en el tránsito, etc. Las técnicas de manejo de la respiración, de contar hasta 10 antes de hacer algo, aprender a ver al otro como víctima en vez de culpable irán construyendo no solo un esposo no violento, sino algo más: un ciudadano que controla sus emociones,preparado para ser un mejor empleado, más productivo y emprendedor, y evidentemente, mejor pareja.