ALERTA. ¿Puede disfrutarse una obra de arte sin entenderla?, y IV

ALERTA. ¿Puede disfrutarse una obra de arte sin entenderla?, y IV

Juan Freddy Armando

AVELINA LÉSPER: “EL FALSO ARTE OBJETO ACTUAL”

Varias autoridades de la crítica de arte en Latinoamérica y el mundo han levantado su voz para llamar la atención sobre este fenómeno artístico muy ligado a los negocios y al marketing cultural y artístico, que ha ido imponiendo unas formas facilonas y cuestionables de elaborar piezas que venden a precios exorbitantes, y que pocos se atreven a cuestionar, so pena de ser acusados de ignorantes, anticuados y retóricos.
Pero hay críticos autorizados que se han tenido la valentía de enfrentar esta trampa. Por ejemplo, la crítica de arte mexicana Avelina Lesper, refiriéndose a las llamadas obras-objeto del mundo plástico actual, pretendidamente inspiradas en los experimentos de Marcel Duchamps, señala en una entrevista que le hace un periodista de la Revista Clarín:
“Es que no hay nada que entender. Es un arte que te exige asimilarlo y no discutirlo, por eso también es dogmático. Te exige fe, que creas en él, no que lo comprendas, como las religiones. Quiere someter nuestro intelecto. Todo el tiempo quien se equivoca es el espectador, el artista y la obra es infalible. Si tú dices que carece de valores estéticos, de inteligencia, que no te propone ni aporta nada, entonces te dicen que eres un ignorante”.
Más adelante, el periodista le pregunta: “¿Estamos huérfanos de arte?”.
La crítica responde: “Sí, es que no hay espacio para los artistas que sí están creando. ¿Qué muestra el Macba aunque esté vacío? En España hay muchos centros de arte contemporáneo que nacieron a la par que la burbuja inmobiliaria, para que te des una idea de cómo está el asunto. ¿Qué te puede aportar Jeff Koons que imita objetos de feria o cualquier ready-made? Ellos han hecho del material la obra. Ahora para decir guerra ya no tienes que pintar los fusilamientos, ahora escribes la palabra guerra en un letrero. Eso es no tener pensamiento abstracto. Jamás el arte se había despojado tanto de las metáforas… El problema es que se está acabando con una capacidad cognitiva”.
La señora Lesper se refería a obras que simplemente ponen a nuestra vista el objeto tal y como es, sin ningún aporte formal del creador que lo convierta en obra en única e inolvidable. Son una muda y desnuda realidad que sorprende al espectador, pero no le dice nada nuevo. Exhibir como arte una cuchara o zapatos viejos, no puede ser arte. Porque entonces cualquier objeto es arte y cualquiera que lo muestre, artista.

REMEDO INCONSCIENTE DE REALISMO SOCIALISTA Y FASCISTA

Veo este pretendido arte-objeto como una especie de retorno inverso, sin pensar en ello como propósito voluntario, del viejo arte comprometido o realismo socialista que quisieron imponer las autoridades de los países dominados por ese sistema socioeconómico que tanto nos sedujo y del que tantas esperanzas teníamos como restaurador de la humanidad.
Evidentemente, eran resultado de un propósito estatal de convertir el arte en una forma de adoctrimaniento, en un arma pedagógica para tratar de llevar valores o antivalores con los que las autoridades buscaban lavar los cerebros de sus poblaciones.
Naturalmente, las artes tienen un rol pedagógico –como objetivo secundario y nunca principal-, pero aquí se aplica el principio de que todo lo que se lleva al extremo tiende a lo contrario. En su afán de reproducir la realidad acomodada a los propósitos estatales que se imponían a la fuerza, salían productos manidos, traídos por los cabellos: artefactos en vez de arte.
Evidentemente, y fuera de estos desatinos, el arte tuvo sus buenos momentos en los países socialistas: La Madre, de Maximo Gorki; Así se Templó el Acero, de Nicolai Otrovski; VII Sinfonía llamada Leningrado, de Dmitri Shostakóvich; Oda a la Poesía, de Pablo Neruda, entre otros.
Por su parte, el fascismo hitleriano y mussolinista trató de hacer a su manera lo mismo, con negativos resultados. Es que el arte no puede estar bosales, y no puede ser nunca la expresión monda y lironda de la realidad, sin que quede marcado por el tamiz interior del artista, que es lo que le dará la distinción y condición única e irrepetible.

EXTREMOS ENFERMIZOS DE LA VANGUARDIA: CASO JOHN CAGE

Es indudable que los artistas de vanguardia se enfrentan al stablishment intelectual de su época, y aportan novedades, abren desconocidas puertas a las sendas creativas de la humanidad. Sin embargo, lo hacen muchas veces a través de piezas que van hasta unos extremos enfermizos que se salen de las lindes del campo de la calidad artística.
Aun siendo así, aportan nuevas visiones que inciden en otros artistas y los inspiran a hacer verdaderas piezas geniales que quizás no hubiesen sido posibles sin la impronta de esas locuras, cuestionables, osadas y atrevidas.
Por ejemplo, aquella pieza musical del compositor norteamericano John Cage, realizada a mediados del pasado siglo. Consiste simplemente en unos minutos de silencio. Resulta sorprendente, extraña, graciosa, divertida, llena de hilarante ironía que puede producir interés y diversión en un momento de la historia de la música, pero de ahí a establecerla como una pieza musical tan válida como, por ejemplo, la Sinfonía I de Mahler, la Fantástica de Berlioz o un concierto de Chopin, verbigracia, la distancia es del cielo a la tierra. Porque no modificar la realidad del silencio convertido en arma que se combina con el sonido para impresionarnos, es no hacer arte.
Antes de esta “creación”, Cage había “inventado” lo que él llamó el Piano Preparado, para lo cual procedió a meter unos objetos a este instrumento para producir nuevos e insólitos sonidos. El propósito es válido, aunque no necesariamente los resultados.
“En 1952, -escribe el crítico español Israel Viana- este instrumentista estadounidense creó «4’33»», una obra musical basada en no tocar una sola nota. La interpretó en prestigiosos festivales de todo el mundo. Para algunos sólo fue una mala broma. Para otros, una obra de arte del siglo XX”.
“El 29 de agosto de 1952, el compositor David Tudor se acercó al piano instalado sobre el escenario del Maverick Concert Hall, en Woodstock (Nueva York). La audiencia seguió con los ojos al joven intérprete, que gozaba ya de cierta reputación en la vanguardia musical de Estados Unidos. Se sentó y, cuando todo el mundo esperaba la primera nota, cerró la tapa del piano y permaneció en silencio durante 30 segundos. Después volvió a abrir y cerrar la tapa, como señal de inicio del segundo movimiento, y volvió a quedarse inmóvil otros 2 minutos y 23 segundos, ante el asombro de los asistentes, muchos de los cuales comenzaron a abandonar la sala. Y repitió el gesto por última vez, permaneciendo en silencio 1 minuto y 20 segundos más, mientras leía la partitura en blanco que había frente a él”.
Objetivamente, no se trata de una verdadera creación en el sentido estricto del término, aunque sea un referente que inspirará a otros a realizar innovaciones probablemente imposibles de hacer sin haber conocido esta pieza.

CONCLUSIÓN

Cerrando aquí el tema: la conclusión es que una obra de arte, para ser disfrutada, necesita ser comprendida.
Respecto a las formas “creadoras” –arte objeto, realismo socialista, fascista, extremismos vanguardistas- que analizamos aquí, podemos decir que tienen su rol positivo en la historia del arte. Pero no son arte, sino anécdotas graciosas que inciden en el arte.
Como hemos dicho antes, el papel del arte no es retratar la realidad sino transformarla, tamizarla, pasarla por la sensibilidad creativa del artista.

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