ALERTA. Se puede ser abominable persona y gran artista o sabio

ALERTA. Se puede ser abominable persona y gran artista o sabio

Juan Freddy Armando

Una de las más frecuentes causas de las artefobias consiste en la asociación que el espectador hace entre la vida personal de un autor y su obra. Hay gente que no quiere saber de la literatura de Borges porque visitó Chile cuando gobernaba el tirano Pinochet, quien le hizo un homenaje de reconocimiento. Otros desprecian y maldicen a Neruda porque escribió poemas que aludían positivamente al dictador soviético Stalin.

Muchos no pueden disfrutar los Cantares de Ezra Pound porque apoyó a los criminales fascistas que buscaban destruir a la humanidad, e incluso fue condenado en su natal Estados Unidos por sus apasionados elogios por la radio italiana al fascismo y a Benito Mussolini.

Hay gente que no acepta las hermosas canciones poéticas de Silvio Rodríguez, Vicente Feliú, Pablo Milanés, Amaury Pérez y otros cantautores cubanos porque han respaldado el régimen de Fidel Castro y su hermano Raúl. Así, se invalidan los aportes filosóficos de Louis Althusser porque estranguló a su esposa.

LOS VALORES ÉTICOS SON VÁLIDOS, PERO RELATIVOS

A todo ser humano debe exigírsele una conducta acorde con la ética y moral de su tiempo y lugar. Nadie es libre de estas normas de buen comportamiento humano, ya sea artista de las letras u otra disciplina. Asimismo si es médico, ingeniero, arquitecto, enfermero, abogado, obrero, ama o amo de casa, agricultor, o que no realice ningún oficio.

Los valores éticos son lo que llamaríamos, si adoptáramos el sistema verbal y filosófico del gran pensador Enmanuel Kant, imperativos categóricos, mandatos u obligaciones del espíritu humano. Aunque, claro, los mismos están sujetos a una inmensidad de interpretaciones, dependiendo de la época y circunstancias que se viva. No es lo mismo la ética y moral de hoy, domingo 16 de agosto de 2020, que la correspondiente a la horda salvaje que inauguró la existencia humana, o del sistema esclavista y feudal que le sucedieron, del socialismo utópico francés del siglo XIX y el llamado científico o real surgido en la Rusia de 1917 y murió en la República Democrática Alemana en1989.

De modo que al juzgar la conducta de un escritor u otro ser humano, no debemos partir de convicciones absolutas, sino relativas, ya que para un izquierdista es pecado ser de derecha, y para un derechista es crimen ser de izquierda; la vieja disputa entre jacobinos y girondinos, güelfos y gibelinos.

LOS CRÍMENES DEL OBRANTE NO INVALIDAN SU OBRA

Las exigencias de buena conducta, como hemos señalado, deben ser hechas a todos. Pero las maldades personales, por ejemplo, de los genios arquitectónicos Le Corbusier o Gaudí no afean los hermosos monumentos que nos legaron: catedrales, museos, residencias estéticamente sublimes, aunque hubiesen sido criminales, asesinos en serie, torturadores en masa o individuales. Deberíamos condenar sus delitos, pero no su arte.

El doctor Christiaan Barnard pudo haber sido un ladrón, pero eso no invalida su importante aporte a la humanidad al realizar la primera operación de trasplante de corazón, logro que ha salvado tantas y tantas vidas humanas. Las aventuras sexuales de madame Curie con un hombre casado no afectan su grandeza como científica. Thales o Newton, pudieron ser condenables violadores de niñas y niños, y seguirían siendo admirables sabios.

Lo mismo pasa con escritores y artistas en general.  Es decir, la inquina u odio  personal no debe impedirnos valorar y disfrutar el arte de un creador. Su vida puede ser un estercolero, un lodazal inmundo, fétido, y ello no le niega la condición de genial, fenomenal, única y esplendorosa, ante cuya presencia no podemos ser indiferentes. Sade fue sádico, Masoch masoquista y Villón ladrón, pero sus obras literarias están ahí para insultar los “éticos valores”, nuestro odio a sus autores, e imponer su espléndida belleza.

Dalí puede haber sido psicótico petulante, pero nunca olvidaré aquella tarde en que, en el Metropolitan Museum, de New York, me extasié frente su Cristo. Perdí la conciencia, me convertí en cruz viajando por el cosmos. Su arte es admirable, aunque maltratara a Gala o descarrilara a Lorca; como el de Plácido Domingo, aunque abusara de mujeres. Igual pasa con Virgilio, Aristóteles, Haydn, quienes por el vil metal, placeres o corrupta dolce vitae sirvieron a poderosos reyes con arte y vida. Como los admirables Balaguer, Peña Batlle, Max Henríquez Ureña y Tomás Hernández Franco al tirano Trujillo.

Incluso, en ocasiones las más brillantes obras de excelentes autores están focalizadas en promover valores antiéticos y antimorales, y aun así, son de calidad y disfrutables.

El próximo domingo, seguimos el tema.

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