Alex Katz, el pintor de los retratos múltiples

Alex Katz, el pintor de los retratos múltiples

Alex Katz. The Black Jacket, 1972. Colección privada, Suiza.

No es sencillo sintetizar en cuarenta obras una carrera tan larga y fecunda como la de Álex Katz (Nueva York, 1927). El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta una retrospectiva del pintor estadounidense, una de las principales figuras de la historia del arte americano del siglo XX que, a sus 94 años, todavía sigue en activo.

Se ha logrado reunir 35 óleos de gran formato, acompañados de algunos estudios, que permiten realizar un completo recorrido por los temas habituales de Katz: sus retratos individuales, de grupos, alternados con sus reconocibles flores y envolventes paisajes de vivos colores y fondos planos.

La muestra presenta las obras que cronológicamente cubre casi seis décadas de su trabajo, desde 1959 hasta 2018, revelando la renovación constante a la que el artista se ha sometido a lo largo de su carrera, en la que ha recurrido siempre a los mismos temas, pero sin renunciar a incorporar nuevas perspectivas.

Museos como el MoMA de Nueva York y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid han prestado obras. El comisario de la muestra y director artístico del museo madrileño, Guillermo Solana, enfatiza que es “la gran exposición del año” del Thyssen.

“Un pintor, Katz, que no solo está en activo a sus 94 años, sino que se levanta a las 7:00 de la mañana. Un pintor de grandes formatos que con siete décadas a sus espaldas es la primera vez que una exposición en España recorre toda su obra: desde sus obras históricas a las más recientes”, explica Solana, que añade: “todo un retorno a la pintura figurativa de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI que no estaba presente en nuestras colecciones”.

Esta exposición, la primera del artista americano en España, incluye piezas fundamentales como “The Red Smile” (1963), procedente del Whitney Museum of American Art (Nueva York); “Round Hill” (1977), de Los Angeles County Museum of Art; “Red Coat” (1982), del Metropolitan Museum of Art (Nueva York); “Black Hat #2” (2010), de la Albertina (Viena), así como “The Cocktail Party” (1965), “Ted Berrigan” (1967), “Blue Umbrella #2” (1972) o “Green Table” (1996), de colecciones privadas.

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Entre la pintura y la poesía….

Katz nació en Brooklyn, hijo de inmigrantes rusos, interesados por la pintura y la poesía. En 1946 ingresó en la escuela de arte Cooper Union de Manhattan, donde se inició en las teorías y técnicas del arte moderno. En 1949 obtuvo una beca de verano en la escuela de pintura y escultura Skowhegan, en Maine, donde le animaron a pintar del natural, algo que resultó fundamental en su desarrollo como pintor y donde le aportaron “una razón para dedicar mi vida a la pintura”, como él explica.

Al año se instala en Manhattan. Se ganaba la vida trabajando en una empresa de enmarcados y con encargos de pinturas murales. Poco después realiza una primera exposición junto a su mujer, Jean Cohen, en la Peter Cooper Gallery, y en 1954 expone por primera vez en solitario en la Roko Gallery de Nueva York.

A finales de los cincuenta, Katz comenzó a interesarse por el retrato. Pintaba a su círculo de amigos y, sobre todo, a su segunda esposa y musa, Ada del Moro, a la que conoció en 1958 y desde entonces su modelo más frecuente, siendo la protagonista de más de 1.000 obras. Después sería su nuera.

Katz explica que sólo quería plasmar el aspecto del retratado, su superficie, sin implicarse emocionalmente. Fue entonces cuando se inició en los fondos planos, monocromáticos, características de su estilo. La figura se presenta separada del fondo, en un espacio desnudo, sin referencias espaciales, ni fuentes de luz. Poco después, influenciado por la pantalla de cine y las vallas publicitarias, Katz optó por las pinturas a gran escala, lo que supuso un punto de inflexión en su carrera. Quería llevar la pintura figurativa al lienzo grande, como hace el expresionismo abstracto, algo que nadie había hecho antes.

Al tiempo que aumentaba el tamaño del soporte, debe crecer también el rostro del retratado, por lo que comenzó a pintar retratos de gran formato en primer plano sobre fondos de color uniforme, rasgos fragmentados y encuadres a menudo muy ajustados, incluso recortando el rostro, como puede verse en “The Red Smile” (1963) y “Red Coat” (1982), donde prevalece el rojo por encima de todo. En 1977 le encargaron un gran mural en Times Square, donde podría competir con las vallas publicitarias, Titulado “Nine Women”.

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