Hay un dicho que reza que no importa cómo se comienza, sino cómo se termina. Y esto es exactamente lo que muchos peloteros dominicanos están interesados en hacer.

Y uno de ellos es el antesalista de los Yanquis de Nueva York, Alex Rodríguez, que ha venido arrastrando el bate desde que la temporada comenzó en Japón contra los Devil Rays de Tampa Bay.

Rodríguez apenas tiene un promedio de .172, con un cuadrangular y tres carreras empujadas en los siete partidos en los que ha visto acción durante la campaña del 2004.

Aunque ha manejado una buena defensa en su nueva posición, el bateo no ha estado al nivel que los Yanquis esperaban cuando consiguieron al pelotero de US$21 millones para este año.

Un caso similar aunque ligeramente diferente es el de Miguel Tejada, con los Orioles de Baltimore.

Tejada ha hecho una buena labor en términos de promedio de bateo, el cual lo mantiene en .300.

Sin embargo, el torpedero que firmó contrato por seis temporadas y US$72 millones con los Orioles de Baltimore durante la temporada muerta, todavía no ha disparado su primer cuadrangular ni empujado una carrera. Esto, después de seis partidos en la temporada.

Por un sendero parecido se encuentra caminando el jardinero de los Cachorros de Chicago, Sammy Sosa.

Sosa está bateando para .250 y ha sacado la bola del parque en una ocasión con un trío de empujadas.

Entre los lanzadores dominicanos en las mayores el que más lento ha comenzado es el abridor de los Angelinos de Anaheim, Ramón Ortiz.

Ortiz le ganó el quinto puesto de la rotación al veterano Aaron Sele, pero las cosas no han resultado del todo bien.

Ortiz perdió su primera apertura de la temporada y tiene una efectividad de 23.63 producto de la paliza que le propinaron.

Asimismo, el lanzador de los Azulejos de Toronto, Miguel Batista ha comenzado con mal pie, perdiendo uno y con una efectividad superior a los 5.00, que se encuentra en 5.25.

Pero la temporada todavía es joven y hay muchas oportunidades para que estos peloteros se encaminen por otra ruta y puedan volver a sus linderos de producción como han acostumbrado a su fanaticada.