Alexis Gómez enfrenta al escritor Andrés L. Mateo por sus críticas

Alexis Gómez enfrenta al escritor Andrés L. Mateo por sus críticas

El 28 de enero próximo pasado, Andrés L. Mateo, escritor ingenioso e inteligente, publicó en este periódico un artículo infamante y desconsiderado bajo el título “¿Y quién es Danilo Medina?” que Alianza Cultural con Danilo respondió con altura, sentido de justicia y respeto, reclamando para el debate político las armas que iluminan el pensamiento en un marco de decencia, sin dejar de celebrar las ventajas de vivir en un país conducido por hombres y mujeres que propician el libre juego de ideas, respetuosos de los derechos humanos, donde escritores como Andrés L. Mateo se extralimitan en sus consideraciones contra el presidente de la República, alimentando vicios de tertulias, sin temor a ningún tipo de cuestionamiento.

Solo un clima de libertad sin restricción como el conocido en los gobiernos del PLD explica el irrespeto que debemos soportar en los medios de comunicación mañana, tarde y noche; un derroche inenarrable de insolencia sin fin que infecta la actividad política creando los Robin Hood de nostalgias barriales; líderes almidonados que dejan sus imprecaciones en las celdillas de un micrófono, o anegan de tinta un par de cuartillas llenas de lugares comunes y mentiras.

Cuántos no quisieran ver al presidente Medina (“se sueña como un dictadorcito de media suela”, dice ALM), molestarse por una crítica altanera, perversa y prejuiciada (razón habría) y proceder en consecuencia? A diferencia del pasado presidente perredeísta a quien Andrés le sirvió durante años, el presidente Danilo Medina observa y calla. Recordarán ustedes aquel juego radial en que dos locutores lo compararon con el diablo; mandó a cerrar arbitrariamente la emisora yendo a dar con sus huesos en una cárcel de Montecristi los responsables del programa.

El presidente ha sabido tolerar, imperturbable, el denuesto y el infundio que persiguen apartarlo de su exitosa política de bien común, sin estridencias ni fastuosidades; pero apreciada y valorada por la gente humilde que disfruta y se beneficia de los programas de desarrollo que lleva a sus comunidades.

De esta manera, silente, estimulado por el rumor del trabajo, el presidente Medina va escribiendo una historia singular que no entorpecen la mezquindad ni la fanfarronería; ni la postura de quienes, convertidos en fiscales, levantan un muro de moralidad que no supieron enrostrar, en su momento, al gobernante que los metió en su nómina y que llevó al ridículo la imagen del Estado.

Pero allí estuvo Andrés, como “un ilustre asalariado del régimen” (¡y qué bueno!), en calidad de sub-Secretario de Cultura, laborando en su legítima aspiración de alcanzar un peldaño mayor que coronara sus apetencias. Verlo en esos afanes de oscura burocracia, asumiendo un compromiso hoy para renunciar mañana, no me hizo, no me hace malpensar del amigo escritor que en el trajín de la contienda política, circunstancial y efímera, no repara en viejas amistades para ofenderlas, haciendo del quehacer político una caricatura degradante. Y, más aún: Andrés actúa sin consideración contra quienes privilegiamos una opción política distinta a la suya, porque se cree depositario de esa verdad que destila su Alzheimer y, sobre todo, se asume dueño de la cancha por donde pasea su elocuente heroicidad, olvidando el refrán popular que reza: “perro no come perro”, como le dijo un tíguere a otro en asombroso bestiario.

En este país todos nos conocemos, aunque Andrés (fino observador), confunde a los miembros de Alianza Cultural abultando su dirección con un dirigente de otra colectividad que busca librarse del lodo por él mismo lanzado.

Cielo político nuboso. En el horizonte se filtra la luz de un gobierno que busca eliminar la pobreza, que al fin y al cabo es lo que importa.

(No tengo mi oficina en El Conde, Andrés, la he tenido en la ruta de varios consultorios).

Publicaciones Relacionadas

Más leídas