Algo de todo

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La palabra  “calendario” proviene de los tiempos de los romanos quienes llamaban “calendas” a los primeros días de cada mes.

 En 1898,  catorce años antes de que el Titanic zarpara, el marino estadounidense Morgan Robertson, escribió una novela titulada “Futilidad” sobre un lujoso barco que se hunde en su viaje inaugural al chocar contra un iceberg en el Atlántico. La nave era la más grande del mundo, con un casco triple   imposible de hundir. Sus pasajeros eran la crema y nata de la aristocracia y además no había suficientes botes salvavidas.  El nombre de la nave era “El Titán”.

El Evangelio  de San Mateo dice «es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja   que un rico entre al Reino de los Cielos».  San Jerónimo, el traductor, interpretó la palabra «Kamelos» como camello, cuando en realidad en griego «Kamelos» es aquella soga gruesa con la que se amarran los barcos a los muelles.

 Babia es una  región de España a la que durante la Edad Media los reyes de León y Asturias se retiraban a descansar.  Desde entonces se usa la expresión “está en babia” para indicar que alguien está ausente, distraído o no está al tanto de lo que pasa.

 Los antiguos  egipcios tenían un calendario basado en 36 estrellas que aparecían en el firmamento tras la puesta del Sol según iba transcurriendo el año. A lo largo de una noche aparecían 12 de estas estrellas y por ello dividieron la noche en doce intervalos. Por similitud hicieron lo mismo con el periodo diurno. De aquí surge que el día tenga 24 horas.

La razón  por la cual no hay Premio Nobel de Matemáticas tiene varias historias:  La más conocida es que  la esposa de Nobel tenía amoríos con  Mittag-Leffler, un matemático de la época  por lo que en venganza no incluyó dicha asignatura en los premios.  Se cree que la verdadera razón es que Nobel  consideraba las matemáticas poco útiles en la vida práctica.

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