La palabra Rosario significa corona de rosas. En Grecia y Roma antiguas coronaban las estatuas de sus dioses con rosas. Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al martirio por los romanos, llevaban coronas de rosas simbolizando la alegría de unirse a Dios. Al oscurecer, los cristianos recogían sus coronas y por cada rosa recitaban una oración por el descanso de las almas de las mártires.
La Iglesia invitaba a recitar los 150 salmos de David, pero para que la oración fuera más popular sugirió rezar 150 Avemarías divididas en quince decenas, a lo que se llamó el Salterio de la Virgen
Santo Domingo de Guzmán, a finales del Siglo XII, en sufrimiento por la vida de pecado de la gente, estuvo en oración tres días y tres noches en penitencia y se flageló hasta perder el conocimiento, cuando se le apareció la Virgen y le dijo que para convertir las almas duras no era por flagelación, sino por el rezo de su salterio. Fue a la Catedral de Toulouse donde reunió a una cantidad de personas desatándose una gran tormenta que asustó a los congregados; fue entonces cuando vieron a la imagen de la Virgen alzar sus brazos tres veces.
La forma que tiene en la actualidad el Santo Rosario se le debe al fraile Alan de la Roche, entonces superior de los Dominicos, quien tuvo una aparición de Jesús, la Virgen y Santo Domingo pidiéndole que pregonara el rezo del Rosario, y así lo hizo en el año 1460.
El 7 de octubre de 1571 tuvo lugar la batalla naval de Lepanto, en la cual los cristianos vencieron a los turcos, una victoria muy importante para la permanencia de su religión y para ello se encomendaron a Dios a través de la Virgen. Posteriormente, se instituyó la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, el 7 de octubre.