Algo de todo

Algo de todo

La sal de mesa tiene múltiples usos que pueden ser muy útiles, alguno de ellos son: Para evitar que la cortina de baño nueva se ponga mocata, sumérjala por 1 o dos horas en agua bien cargada de sal, repita cada cierto tiempo. Si le pica un mosquito, póngase sal humedecida sobre la picada para aliviar la picazón. Para limpiar artículos de bronce, haga una mezcla con sal, harina y vinagre y frote con un paño.

La sal también ayuda a evitar que el aceite salpique menos al freír si le echa un poco al sartén. Para que las velas no goteen tanto al estar encendidas, sumérjala en agua de sal bien cargada de un día para otro y deje secar. Las hormigas odian la sal, así que para mantenerlas alejadas rocíe un poco por el área a proteger. Por último, para quitar el olor de ajo o cebolla de las manos, humedézcalas y frótelas con sal.

El dicho “Me costó un ojo de la cara”, tiene su origen cuando Francisco Pizarro se lanzó a tomar el Fortín del Cacique de las Piedras, en la actual Colombia, a principios de 1525. Un adelantado español, Diego de Almagro, quien participó en la conquista de Perú, fue el primer europeo en llegar a la actual Bolivia, fundador de San Pedro de Riobamba, la primera ciudad española en Ecuador, y a quien se le considera el descubridor de Chile, participó junto a Pizarro en la batalla, pero fue atacado y herido por una flecha indígena en un ojo, dejándolo tuerto.

Tiempo después, Diego de Almagro se entrevistó con el monarca Carlos I, al cual le dijo: “El negocio de defender los intereses de la Corona me ha costado un ojo de la cara”. Esta frase pronto se hizo popular y las personas la utilizaban para mencionar lo difícil que son ciertas acciones. Pero en la actualidad ha evolucionado y se refiere a lo mucho que cuesta económicamente comprar un objeto.

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