Se dice ”zapatero a tus zapatos” cuando alguien quiere pasarse de listo en asuntos que no son de su incumbencia. En el siglo IV A.C., Apeles, un pintor que se decía era un gran maestro y que pintó para Alejandro Magno, tenía la costumbre de exhibir sus pinturas en público, pero se escondía para escuchar las críticas y elogios y mejorar sus pinturas.
Un día, un zapatero que pasaba frente a las pinturas de Apeles le lanzó críticas por haber pintado pocas tiras en una sandalia. Apeles tomó nota de esto y lo corrigió. Al día siguiente pasó otra vez el mismo zapatero, y al ver corregido aquello que él señaló como un error, empezó a criticar la pierna pintada. Apeles montó entonces en cólera, y le dijo ásperamente «el zapatero no debe juzgar más arriba de las sandalias» («Ne supra crepidam sutor judicaret»). Con el tiempo se transformó, en el idioma español, en “zapatero a tus zapatos”.
La cerveza debe su nombre a “cervoise” que viene de “cerevisia”, y esta a su vez de “Ceres”, diosa de la tierra y los cereales, y de “vis”, la fuerza. También existe otra teoría de que proviene del latín cervêsïa, que a su vez toma esta palabra del galo, un idioma celta. Según Salomon Katz, profesor de la Universidad de Pensilvania, existen datos de la aparición de una bebida de cebada fermentada en la Mesopotamia del año 4000 A.C. con el nombre de sikaru, aunque no es considerado propiamente cerveza, es un fermentado alcohólico proveniente de la cebada.
Los egipcios fueron grandes productores y consumidores del “vino de cebada”. La cerveza propiamente dicha aparece en Europa en el siglo XIII.
Los celtas, germanos y galos hicieron de la elaboración de la cerveza una actividad doméstica.