Algo de todo

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Elsa Ramírez de Miura

El Ketchup que tanto saboreamos con papas fritas, en hamburguesas, hotdogs y muchos otros alimentos, proviene de una salsa picante para el pescado y carnes que se consumía en China, pero sin tomate. Los ingleses lo llevaron a Inglaterra desde el archipiélago malayo, al sureste de Asia.

En 1876, el norteamericano, Henry J. Heinz, trato de hacer un preparado parecido probando con manzanas, melocotones y otras frutas hasta que añadió tomates y consiguió el punto que buscaba. Lo comercializó en 1876 con gran éxito entre los consumidores.

Sobre el origen del nombre “Ketchup” se dice que ya se utilizaba en Inglaterra en el 1711, porque anteriormente se conocía como “cátsup”. La palabra proviene del chino “kôechiap”, que significa salsa de pescado. Otros piensan que puede provenir de «ke-tsiap», de la isla Amoy, cerca de China, y hay quienes lo atribuyen a la palabra «kechap» en el idioma maya.

Henry Heinz fue el primero en utilizar botellas de cristal para comercializar su producto, y en 1869 envasaba rábanos en conserva. Aprendió de su madre la fórmula del conservado.

La empresa Heinz & Noble la creó con su socio L. Clarence Noble, la que se extendió por todo el mundo. En 1990 apareció el primer recipiente plástico de kétchup Heinz en los Estados Unidos.

Los médicos dicen que el consumo de Ketchup debe controlarse porque por su acidez no es beneficioso para los que sufren de úlceras y gastritis, igual que para los diabéticos por el contenido de azúcares, aunque ya en el mercado se encuentran marcas con versión “light” con menor cantidad de azúcar.

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