Algo de todo

Algo de todo

Elsa Ramírez de Miura

Después de pasar un año y medio sin salir del país, viajamos al viejo continente por unos días. El regreso por el aeropuerto Las Américas no pudo ser más caótico y frustrante. Primero, la máquina en Migración reconoce mi pasaporte pero no hubo forma de reconocer mis huellas, me envían a una casilla y me dicen que no sale mi QR de entrada, pero el de mi esposo sí, ambos en el mismo formulario. Me indican que tengo que llenarlo de nuevo en solo dos computadoras disponibles y una cola de más de 10 personas.


A los amigos que nos acompañaban les pasó lo mismo, la diferencia fue que a ella la llevan a tomar las huellas de nuevo y resuelto. Al esposo, que tampoco le reconoció el QR, la oficial de la casilla que le tocó, eficientemente se lo lleno de inmediato y resuelto en un momento también. Pero a mí me la pusieron en China. Luego voy al baño y ni jabón había para lavarme las manos, ni papel toalla para secarse.

Que pena pensar que esa es la entrada a la capital de nuestro país, imagino la impresión de un turista que le pase lo mismo que a mi y gracias a Dios que me desenvuelvo, pero y las personas que no manejen una computadora? No había nadie que pudiera ayudar, varios de la cola ayudábamos a los que estaban delante para agilizar. Estuve dos horas y media para al fin salir del aeropuerto después de casi 9 horas de vuelo.


El entusiasmo de volver a mi casa se convirtió en tristeza de ver que nos faltan tablas. Investigaré donde puedo registrar mi huella de nuevo para no tener otra experiencia tan negativa y aconsejo a las familias llenar el formulario QR por separado para evitarse una situación tan desagradable e incomprensible. Le pido a las autoridades de Migración que unifiquen las instrucciones a seguir por su personal en casos como este y que tengan una persona que ayude a llenar el formulario QR en las computadoras. No todos saben manejarse en tecnología.

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