El primer mapa de las estrellas fue hecho por el antiguo astrónomo griego, Hiparco de Nicea, llamado “Padre de la Astronomía”, entre los años 162 y 127 A.C. y estuvo perdido por muchos años. Fragmentos de este mapa al fin han sido encontrados por científicos hace poco tiempo debajo de otra escritura como era costumbre en la época de borrar y reciclar el pergamino. Hiparco de Nicea, geógrafo, matemático y astrónomo, también calculó la distancia a la Luna, modeló con precisión los movimientos del Sol y la Luna y dividió el día en 24 horas.
El segundo rey de Roma, Numa Pompilio, consideró que sus sucesores tendrían que ocuparse de la guerra y de un gobierno cada vez más complejo y no tendrían tiempo de ocuparse de la liturgia. Por eso entregó el cuidado de las ceremonias religiosas a un funcionario o sacerdote que desempeñaría exclusivamente esa función religiosa.
Dio el honor a los “pontífices”, que eran los encargados de cuidar el puente sobre el río Tíber, una tarea de enorme importancia política y de estrategia militar, además de religiosa. En la palabra “pontifex” se fusionan “pontis” (puente) y “facere” (hacer), en alusión a su actividad de cuidar el puente. Años después, Julio Cesar decidió asumir el cargo de “Pontifex Maximus” para indicas su posición de jefe civil, militar y religioso.
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El emperador Constantino otorgó el título de “Pontífice” a la cabeza de la iglesia católica por reclamo de los obispos de Roma, quienes clamaban ser los únicos representantes de Cristo en la Tierra.
Se tiene la creencia que el origen de la locura de ciertos emperadores romanos como Nerón y Calígula, se debía al plomo residual procedente de las soldaduras de platos y vasos utilizados.