A finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, el servicio postal estadounidense carecía de normas específicas sobre el contenido de los paquetes. En 1913, el sistema postal se modernizaba por la demanda de los usuarios, fue entonces que el correo de Estados Unidos introdujo el servicio de paquetería, pero tampoco tenía regulaciones detalladas.
La normativa de uso apenas estipulaba que los paquetes no excedieran de 5 kilogramos de peso y un costo, pero no especificaba nada sobre el contenido. A pesar de las restricciones de peso, los usuarios traspasaban el peso límite estipulado y se obviaba. Esto dio origen, por insólito que les parezca, al envío de niños pequeños por correo.
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El primer caso documentado fue la de una familia de Ohio, que envió a su hijo de 8 meses a casa de su abuela en una ciudad cercana, por el cargo de 15 centavos más un seguro de 50 dólares. Los padres confiaban en el buen trato y seriedad de los carteros.
El gobierno intervino por las implicaciones de seguridad y ética, atendiendo reclamos y críticas de la mayor parte de la población.
En 1915, se establecieron nuevas regulaciones, prohibiendo definitivamente el envío de personas por el correo postal.