Las abejas tienen dos estómagos: uno para comer y alimentarse y otro para almacenar néctar y convertirlo en miel, llamado “buche melario”.
El tabaco era usado por los indígenas del nuevo mundo y llevado a España por Francisco Hernández de Toledo en 1510. Fue luego cultivado en Francia por Jean Nicot, de cuyo apellido se deriva el vocablo “nicotina”. A Inglaterra llega en 1585 por Francis Drake, y con el paso del tiempo, pasó al resto de Europa y Asia.
Se dice que la palabra “tabaco” proviene de “tobago”, término indígena de los habitantes de la Hispaniola, con lo que denominaban algo parecido a una pipa de caño largo que usaban para fumar. Sin embargo, también hay quienes citan que las palabras de origen árabe “tabacco” y “atabaca” eran conocidas en España e Italia para llamar ciertas hierbas de efectos somníferos.
El origen de la palabra “eco” viene de la mitología griega. Eco era la ninfa de los bosques quien se enamoró perdidamente del bello Narciso sin ser correspondida pues Narciso solo se gustaba a el mismo. Un día se encontraron Eco y Narciso quien la miró con tanto desprecio que causo en Eco un dolor tan intenso que corrió hacia los montes y se escondió en las cuevas y no volvió a salir ni a injerir alimento hasta que murió y sus huesos se convirtieron en piedra que repetía las voces que allí se escuchaban.
Otro mito es que Hera, tercera esposa del dios Zeus, quien también era su hermana, y diosa del matrimonio, siempre vengaba las infidelidades de Zeus, no con él, sino con sus amantes o cómplices. Eco tenía la encomienda de entretener a Hera mientras Zeus hacía de las suyas, hablando todo el tiempo. Llego el momento en que Hera vio que todo era un engaño, la condenó a hablar sin parar, repitiendo cada una de las palabras de los dem