Algo de todo

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Elsa Ramírez de Miura

El muy conocido coctel “Bloody Mary” se dice que tiene su origen en 1920, aunque existen varias teorías. Una cuenta que un famoso bartender francés, Fernand Petiot, mientras trabajaba en el Harry’s New York Bar, en París, hizo una mezcla de vodka con jugo de tomate y otros condimentos que se popularizó rápidamente. Luego, Petiot emigró a Nueva York y trabajó en el King Cole Bar del St. Regis Hotel donde perfeccionó su ya conocida receta, agregándole el apio y lo renombró Bloody Mary.

El nombre “Bloody Mary” se le debe a la reina Mary I de Inglaterra, quien gobernó desde 1553 hasta 1558, y llevó una fuerte persecución religiosa en Inglaterra, por lo que la llamaron “Bloody Mary” (María la sanguinaria) y el coctel recibió el nombre por el color rojo intenso que asemejaba a la sangre derramada durante esa época.

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Se cree que el coctel, que por cierto es de los pocos que tomo con agrado, proporciona cierto alivio para la resaca por algunos de sus ingredientes como el zumo de tomate que es rico en licopeno, por las vitaminas y minerales que podrían ayudar a reponer algunos de los nutrientes perdidos luego del consumo de alcohol en una noche de fiesta.

En Inglaterra existe una leyenda que dice que quien se para frente a un espejo y llama “Bloody Mary” tres veces, le perseguirá el espíritu de María la Sanguinaria, con actos aterradores.

Para evitar que el espejo del baño se empañe mientras nos duchamos, frótelo con un poco de crema de afeitar con un paño de microfibra.

Si se le rompe la cáscara de un huevo durante el proceso de ebullición, añada un chorrito de vinagre al agua mientras se hierve para que el contenido no se derrame fuera de la cáscara.

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