Algo de todo

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Elsa Ramírez de Miura

Los Reyes Magos no recibieron su nombre en la Biblia sino cientos de años después. En el siglo V se encontraron referencias similares a los nombres actuales en dos textos: el Excerpta latina bárbari, que menciona a Melichior, Gathaspa y Bithisarea, y en uno de los evangelios apócrifos, los que más información contienen sobre ellos, donde se les llama Balthazar, Melkon y Gaspard.
Cada cultura ha asignado nombres diferentes a los Reyes Magos; los griegos los llamaron Appellicon, Amerín y Damascón; los hebreos, Magalath, Galgalath y Serakín; y los sirios, Larvandad, Hormisdas y Gushnasaph.
La existencia de tres Reyes Magos data del siglo VI DC.. Melchor, que representa a los europeos, ofreció oro al Niño Dios atestiguando su realeza. Gaspar, representante de los semitas de Asia, cuyo bien más preciado es el incienso, lo ofreció al Niño como símbolo de su divinidad. Y por último, Baltasar, negro y con barba, se identifica con los hijos de Cam, los africanos, que entregan la mirra en alusión a su futura pasión y resurrección.
Los restos de los Reyes Magos estuvieron durante trescientos años en Constantinopla, en lo que antes era Bizancio y ahora Estambul, en Turquía. Luego fueron trasladados a Milán hasta 1162, en que el emperador Barbarroja saqueó Milán y entregó los restos de los Reyes Magos al arzobispo Reinaldo de Dassel, quien decidió que dichos restos fueran trasladados a Colonia, Alemania, en 1164.
Las reliquias de los tres Reyes Magos descansan en un cofre de oro y plata que pesa unos 350 kg, y se halla en una capilla que hizo construir a tal efecto el emperador Carlomagno en Colonia, Alemania. En 2014 se celebró el 850 aniversario del traslado de las reliquias a Colonia.

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