ALGO DE TODO. El dicho “Poner el cascabel al gato”,

ALGO DE TODO. El dicho “Poner el cascabel al gato”,

Elsa Ramírez de Miura

El dicho “Poner el cascabel al gato”, deriva de un cuento antiguo puesto en verso por Lope de Vega, popularizado por Samaniego en su fábula: El congreso de los ratones.
El escritor estadounidense Mark Twain se enamoró de su futura esposa Livy a primera vista. Pero al recibir rechazo, él le escribió una carta de amor diaria hasta que cambió de opinión. Necesitó dos años para lograr su conquista.
En el año 382 D. C., Jerónimo de Estridón recibió el encargo del papa Damaso I, de realizar una versión en latín de la Biblia originalmente escrita en hebreo, que se le conoció como “Vulgata”, debido a que fue traducida para el vulgo o pueblo llano. Jerónimo viajo a Belén para aprender hebreo pero no logró dominarlo por completo provocando que en la transcripción de algunos pasajes cometiese errores que han llevado a la confusión a lo largo de todos los siglos.
En el Génesis, aparece el pasaje, en el que Dios indica a Adán y Eva no comer del fruto “del árbol del bien y del mal”. El término ‘mal’ fue traducido al latín vulgar por ‘malum’ que tanto servía para designar a un acto negativo como para llamar a una manzana, por lo que el pueblo se quedó con el significado de manzana. El mito de la manzana ha prevalecido y al final ha sido aceptado hasta por la propia Iglesia, que nunca enmendó el error. Las numerosas pinturas en el Renacimiento presentando la escena de Adán y Eva tomando la manzana, ayudo a su mayor popularización.
La costumbre de llevar flores a los muertos se origina en la antigüedad cuando los difuntos eran expuestos por varios días, por lo que los cuerpos desprendían un desagradable olor. Para disimular el hedor, se quemaba incienso y se cubría al muerto con todo tipo de flores, para aromatizar el ambiente. Con el pasar del tiempo, esa costumbre de llevar flores perduró como una forma de honrar la memoria del difunto.

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