Algo más contra el terrorismo

Algo más contra el terrorismo

LUIS SCHEKER ORTIZ
Cuando esta columna salga es muy probable, si los viajes lo permiten,  que la ley antiterrorista aprobada por el Congreso, haya sido ya promulgada por el Señor Presidente de la República. Pudiera vetarla, y lo deseable es que lo hiciera. Razones y motivos políticos  no faltarían, pero  me temo que no lo hará. Preferirá seguirle la corriente a los “preocupados por el terrorismo que pone en peligro  la paz y  la seguridad de la nación…”

Pero ¿cuál terrorismo? ¿Existe realmente una amenaza o  una actividad terrorista, organizada y dirigida por antisociales, grupos o movimientos clandestinos que pongan en jaque la seguridad y tranquilidad de la nación? ¿Qué es lo  que la motiva o asusta? ¿De dónde proviene esta ley?

¿Alguien, de manera desinteresada, puede pensar que si con prescripción y con amenazas y sanciones severas  se puede conjurar  algo que no existe,  o detener las acciones de fanáticos o de facciones y grupos organizados dispuestos a morir o dejarse matar por las causas que luchan, con razón o sin ella?

En un país que ha participado en unas elecciones democráticas para elegir nuevos presidentes  de la República en forma  pacífica, y que  ha confiado en el poder del voto y el respeto a las promesas reivindicativas de los partidos y de los gobiernos que no llegan a cumplirse, ¿lo que más necesita, precisamente ahora, es una ley antiterrorista para ponerle coto a las causas de nuestras miserias?

¿Se ha pensado en efecto trastornador, boomerang, que podría tener para el país y para nuestra  economía, dependiente del turismo, de las zonas francas, de  la inversión extranjera, el que oficialmente se proclame la existencia de una actividad terrorista tan grave que pone en peligro la seguridad de la nación y requiere la promulgación de una ley de este tipo “para garantizar y preservar su estabilidad democrática y su desarrollo.”

Me niego a creer que alguien que quiera a su patria esté apostando a la desestabilización,  al terrorismo y otras calamidades  a las  que han apostado los mentores del “capitalismo del desastre” para aumentar su poder y sus fortunas.

Nadie debe sentirse a gusto con la tragedia humana.

Pero existen hechos contundentes y evidencias documentadas que nos  demuestran que hay poderes orgánicos corporativos y fácticos que se sienten complacidos y trabajan a su favor. Cuidado con hacerles el juego con leyes de este talante.

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