Algo más que clientelismo y corrupción

Algo más que clientelismo y corrupción

¿Será verdad, como opinó esta semana el ex fiscal del Distrito Nacional Guillermo Moreno, que el liderazgo del Presidente Leonel Fernández funciona en base al clientelismo y la corrupción? Me parece que no. Hay en este gobierno, como ha habido siempre, clientelismo y corrupción, pero el jefe del Estado posee otros atributos que sus adversarios insisten en ignorar.

De las tres veces que Fernández ha sido electo a la Presidencia, las dos primeras fue candidato sin estar en el poder, por lo que si en su re-elección de 2008 hubo clientelismo habría que recordar que también lo hubo cuando Hipólito Mejía intentó re-elegirse en 2004, y perdió; lo hubo en mayor medida cuando Balaguer intentó re-elegirse en 1978, y perdió; lo hubo cuando Salvador Jorge Blanco quiso imponer la elección de su esposa Asela Mera como senadora del Distrito Nacional en 1986, y perdió.

Jacinto Peynado gastó casi toda su fortuna cultivando un liderazgo infructuoso. La cuestión es que el clientelismo por sí solo no da triunfos electorales ni sirve para fabricar líderes. Según el exfiscal Moreno, el doctor  José Francisco Peña Gómez contaba con un liderazgo cimentado no en lo que daba, pero sin embargo desde la sindicatura del Distrito Nacional el líder perredeísta fue pródigo dando facilidades y creando empleos para sus seguidores. ¿Estaba por tanto el liderazgo de Peña Gómez sustentado sólo en el clientelismo? ¡Claro que no!

El excandidato presidencial por el Movimiento Unidad y Cambio (Miuca), quien logró ubicarse en el mapa político criollo cuando el Presidente Fernández le designó fiscal del Distrito Nacional durante su primer gobierno, es injusto cuando pretende disminuir la calidad del liderazgo del gobernante. 

Igual les pasa a tantos otros políticos que quisieran morderse ellos mismos los pelos de la cabeza ante su incomprensión de la garra y habilidad política de Leonel Fernández, que no sólo aprovecha las debilidades y disparates de muchos de sus opositores, sino que logra mantenerse como el preferido de las mayorías, aún cuando éstas se desencanten por estimar que él pudiera dar más de sí mismo, gobernar mejor y cargar con menos lastre político ajeno.

La prudencia, la visión, la buena fe, aún cuando queden melladas por pifias incomprensibles, son atributos del liderazgo de Fernández que sus contrarios no le reconocen. Peor para ellos si ignoran las fortalezas de su adversario.

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