Algo más que palabras

Algo más que palabras

Las palabras, dicen los especialistas, no limitan su alcance al campo lingüístico. En su origen etimológico – el latín parábola – existe la indicación de contenido amplio,  de abarcadora perspectiva: una función participativa en el fenómeno humano del contacto entre hablantes mediante vocablos audibles o escritos.

El hecho tiene su fondo científico en las ideas del eximio lingüista Ferdinand Saussure, quien lleva la naturaleza del lenguaje más allá de los puros sonidos y grafías. Ahí radica su importancia, su utilidad, su sentido. Pero, además, la atención y el cuidado que merecen las palabras al relacionarlas con el ambiente social. Para Saussure el lenguaje invade diversos dominios, a la vez psicológico, sociológico e histórico, si es que nos  conformamos con un área ejemplarizante más o menos sencilla y esencial. Quiere decir que lo que ocurre en la lengua repercute en la sociedad de alguna manera.  La sociedad resulta ser, por naturaleza y necesidad, multifacética y plurimotivacional.

La palabra reviste así una importancia que no es exclusivamente comunicativa. Es indicadora de aspectos más determinantes en cuanto a la vida del conglomerado en que las expresiones humanas se manifiestan.

Por ello interesa enfocar el estado del léxico en una comunidad humana. Recordamos el concepto de Charles Bally en su obra sobre El lenguaje y la vida. La recordamos porque en áreas geográficas como la nuestra recobra significativa vigencia. Bally señala la naturaleza objetiva de la manera de hablar como un campo vital, no simplemente de forma. En la República Dominicana de hoy el problema expresivo cobra trascendencia   llamativa, de urgencia concreta, quizás. Su aspecto ético reclama atención por los elementos que desde el mismo se advierten en esta etapa del acontecer social.

El deterioro no resulta estrictamente formal, sino de contenido, primordialmente moral. Usamos este último criterio en sentido global, no especialmente relacionado con “lo bueno y lo malo”.

De ahí sus repercusiones psico-sociológicas, y algo más importante: su carácter filosófico, si se recuerda que una realidad se relaciona con la otra en la vida personal y social en cualquier época.

El lenguaje representa en alguna forma la armonía o la desarmonía, el buen funcionamiento de la máquina humana o la descomposición de la misma.

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