Algo más sobre el sirop de maíz

Algo más sobre el sirop de maíz

MIGUEL RAMÓN BONA RIVERA
Con el ascenso de Balaguer al poder, se promulga la ley No.7 del 19 de agosto de 1966 que disuelve la corporación azucarera y crea el Consejo Estatal del Azúcar, CEA. Se inicia así, el proceso de recuperación de la industria azucarera estatal, mientras la República Dominicana es beneficiada con una participación cada vez más creciente en la cuota preferencial norteamericana.

Recuperado en su totalidad, ya para 1970 el emporio azucarero estatal se encuentra en pleno auge productivo.

En el mercado internacional se inicia entonces un lento pero sostenido proceso de aumento en los precios del azúcar, y ya para el año de 1972 los precios internacionales del dulce llegan a ser superiores a los precios del mercado preferencial norteamericano. Ese año los precios del mercado mundial fluctúan desde cinco centavos por libra en julio, hasta nueve centavos en diciembre, mientras los precios del mercado preferencial norteamericano se sitúan en alrededor de ocho centavos la libra.

Para 1973, los precios en el mercado libre rebasan definitivamente los precios del mercado preferencial norteamericano. En el primero, los precios cierran con un promedio de US$9.11 el quintal, mientras en el mercado estadounidense cierran con un promedio de US$8.05

Venezuela, Perú y las Indias Occidentales incumplen sus compromisos de ventas con los Estados Unidos, colocando sus azucares en el mercado mundial.

El Presidente Balaguer ordena cumplir estrictamente los convenios de ventas con nuestro socio del norte, y la República Dominicana recibe un aumento de veinticuatro mil toneladas en la cuota preferencial norteamericana, elevando a 724 mil toneladas nuestra participación en dicho mercado. Ese año nuestro precio promedio de ventas fué de US$8.06 el quintal.

Como respuesta, en 1974 los Estados Unidos aumentaron la cuota dominicana a 760 mil toneladas, mientras rebajaron las cuotas de Venezuela, Perú y Antillas Británicas. Ese año nuestro precio promedio de ventas fué de US$14.63 por quintal.

Llegó 1975 el año del gran boom azucarero. Los precios se dispararon por momentos a niveles sin precedentes de más de sesenta dólares el quintal. Hubo en todo el mundo una febril especulación. En Filipinas se desaguaron las piscinas para convertirlas en improvisados almacenes de azúcar a granel. Entonces, temerosos de que alguien se les adelantara para negociar a tan altos precios, algunos países exportadores rompieron el compromiso de no vender e inundaron los mercados con sus mieles, y los precios cayeron. La República Dominicana vendió al precio promedio de US$26.56 el quintal, logrando un superávit sin precedentes en nuestra balanza comercial de ciento veintiún millones de dólares.

Con ese dinero Balaguer construyó las presas de Sabaneta, Sabana Yegua, Rincón, el Canal Yaque del Sur y dejó especializados los fondos para la construcción de la presa de Hatillo.

Hoy, dentro de la crisis en que estamos sumidos, esas grandes obras constituyen nuestras fuentes más confiables de generación al más bajo costo.

En 1975 la República Dominicana cumplió cabalmente sus compromisos con el mercado norteamericano, no obstante los precios estrambóticos que por momentos llegaron a cotizarse en el mercado mundial.

La cuota preferencial norteamericana a más de un instrumento de ayuda a países amigos, era también un mecanismo de protección de sus mercados internos. Los altos precios preferenciales se pagaban para evitar que azúcares baratos ingresaran a los Estados Unidos desplazando a los productores norteamericanos, y también para garantizar un suministro permanente y estable del dulce al mercado estadounidense. Claro que dentro del contexto de la guerra fría, estas cuotas se asignaban con un cierto criterio de geopolítica.

Paralelamente a todo esto, y como una respuesta a los altos precios del azúcar, a partir de 1970 en el mercado interno norteamericano hizo su aparición un producto sustituto del azúcar de caña, para usos industriales: El Jarabe de Maíz Rico en Fructosa, (JMRF).

Tímidamente al principio, CocaCola y PepsiCola comenzaron a utilizar este edulcorante en la fabricación de sus productos. Luego su uso se fue haciendo masivo.

Mientras en 1970 el consumo de azúcar para esos fines fué de 2.3 millones de toneladas cortas, para 1983 se había reducido a una tercera parte es decir 775 mil T.C., y para 1985 prácticamente desaparecía el uso del azúcar en la fabricación de gaseosas en los Estados Unidos. Ese mismo año de 1985, en Seattle se producía un masivo movimiento de protesta por parte de los consumidores de CocaCola, por el cambio de sabor experimentado en la refrescante bebida.

Como consecuencia, las cuotas de azúcar en el mercado preferencial norteamericano se redujeron dramáticamente. Eso significó un golpe muy duro para la industria azucarera dominicana que perdía a su más confiable y seguro cliente. No es coincidencia que Gulf & Western decidiera vender entonces sus intereses azucareros en República Dominicana, tras la muerte de su visionario y emprendedor presidente Charles Bludorm.

En agosto de 1984, el senador William Bradley por el Estado de New Jersey, declaraba ante el senado que a medida que los países de América Latina perdían ingresos por concepto de la caída de las exportaciones del dulce a los Estados Unidos, irónicamente en esa misma medida perdían capacidad económica para adquirir productos del mercado norteamericano, mientras aumentaban las tensiones sociales internas en dichos países.

Puede decirse, entonces, que el edulcorante de maíz, de alto rendimiento y bajo costo por su manipulación genética, ha pendido amenazante como una espada de Damocles durante los últimos veinte años y que está cercano el día en que el delgado hilo que la sostiene se quiebre para dejar caer la filosa hoja sobre la garganta de nuestra ya moribunda economía azucarera.

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