Algo más sobre la frontera domínico-haitiana

Algo más sobre la frontera domínico-haitiana

En nuestra entrega de la semana pasada, recibimos múltiples pedidos para que ampliáramos conceptos que por motivo de espacio no pudimos externar y lo complementaremos en ésta.
La primera premisa es que los haitianos son repudiados en los países americanos y el único que no muy a gusto los acoge es la República Dominicana, la cual ha sido solidaria cuanto una catástrofe de gran magnitud ha afectado a la República de Haití; de paso, el país más pobre e iletrado del continente americano. Debido a su escasa educación, creencias religiosas, higiene precaria y portadores de enfermedades contagiosas, los pocos países que se habían aventurado aceptarlos, ya los están repatriando (Chile, Brasil, Caricom, Bahamas, Cuba y otros).
Países que abogan por que la República Dominicana acepte sin condiciones y se produzca una virtual unificación con Haití, ni siquiera los aceptan, iniciando con los Estados Unidos de América, le siguen Francia, Canadá y hasta Venezuela por gratitud cuando el presidente Petion ayudó con una goleta y dinero a Bolívar para la liberación de varios países sudamericanos. A este conglomerado debemos agregar ciertas ONG, representantes de organismos internacionales y algunos compatriotas que por hacerse los graciosos y solidarios, apoyan la eventual fusión.
El representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), señor Lorenzo Jiménez de Luis, declaró que “en el país se genera una innecesaria alarma social” al referirse al incidente de los médicos secuestrados en la frontera, enfatizando que la solución es: “dialogando, hablando y promoviendo el acercamiento entre ambos pueblos”. Entonces, ¿Por qué este ilustre funcionario internacional de la ONU, no recomienda lo mismo cuando su país, España, con alambradas de púas y la Guardia Civil, rechazan por la fuerza a los inmigrantes saharianos que intentan penetrar desde Ceuta y Melilla? Es decir, al igual que el infausto Vargas Llosa, antiguo representante de la ACNUR, “ven la paja en el ojo ajeno, ignorando la viga en el propio”.
Pero no son solo los médicos son víctimas de la barbarie haitiana, tenemos patanistas heridos y vehículos que en alguna ocasión han penetrado llevando ayuda humanitaria, han sido objeto de acciones vandálicas y hasta intento de secuestro de los conductores y auxiliares. Lo cual ha dejado mal parado a los jefes militares que han tratado inclusive, de minimizar los incidentes. Otra sería las respuestas, si en San Juan de la Maguana se hubiese encontrado un general como Ludovino Fernández o hasta recientemente, Jáquez Olivero en la guarnición de Mao, Valverde.
La creación de un grupo de civiles para defender nuestro país, lo avizoré en mi entrega anterior. Se ha dado a conocer que bajo el lema de Dios, Patria y Libertad, estos jóvenes prometen defender la soberanía dominicana, que al parecer nuestros soldados y políticos no han podido controlar. Asimismo, jóvenes en los estados de New York y Pennsylvania se están conformando con las mismas intenciones. Eso me recuerda el merengue: “Si los hombres no pueden, que gobiernen las mujeres”.
Somos de opinión, que un muro no resolvería el problema, ya que costaría más que redoblar la vigilancia de la frontera y evitar, que el traslado a la frontera sea un premio y no un castigo como en años anteriores. Ahora, por una pequeña coima, la frontera no solo es violada, sino también ocupada, como fue el caso de los médicos.
Ahora bien, el mayor peligro para nuestro país, es la tasa de natalidad de los casi dos millones de haitianos que se encuentran, legal o ilegalmente dentro de nuestro territorio. Mientras su tasa de crecimiento es de 3.28, la nuestra alcanza 2.30, lo cual es indicativo de que en dos décadas, la población internada en nuestro territorio, más los que continúan infiltrándose, podría fácilmente sobrepasar la nuestra y ahí, podría venir Troya.
Es intolerante permitir, que grupos de haitianos quemen la bandera dominicana, ofendan nuestros signos patrios y se pongan una camiseta con el lema de “recobrando nuestro territorio”. En consecuencia, el Gobierno dominicano debe retirar todas las ayudas, sean estas económicas o de cualquier índole a las ONG, que con nuestro dinero propician edificar construcciones para la protección de los indocumentados haitianos. Que las hagan en Haití y se evitan confrontaciones innecesarias. Concluimos ¡Que falta hace, no osamos decir quien, pero si un patriota más antiguo: el general Luperón!

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