Algo más sobre mi hijo Omar

Algo más sobre mi hijo Omar

José Silié Ruiz
Te hablaba, hijo mío, la pasada semana sobre cosas que yo tu padre deseo para ti; me quedaron algunas por comentarte como tu gran aliado en este proceso que comienzas como profesional, por lo que pido mil perdones a los amables lectores.

Sé que te has iniciado en tu primer empleo, espero que recibas las clarividencias para que te conduzcas siempre como lo que tu abuelo ha pregonado y ejemplarizado, como “un hombre ético”, ya muchos quisieran tener ese linaje de dignidad, esa prosapia de ética, ilustración y decoro, las que heredaste y no debes traicionar nunca, so pena de que sería tu propia conciencia la que te escalde mientras vivas.

Las oportunidades te esperan, las recompensas al trabajo son grandes… pero también son las exigencias que debemos satisfacer para merecerlas. Las librerías están atiborradas de libros sobre el liderazgo, el éxito, la felicidad, y nos olvidamos que las herramientas para lograr esos objetivos están en nuestras propias manos, en nuestro propio interior, no olvides en ningún tiempo que nadie te dará la felicidad, ve a tu interior y allí solo tú la encontrarás. Claro, no te puedo negar que tener hijos buenos y que nos llenan de orgullo como ustedes, se convierte entonces en la principal razón para ser muy feliz, es la mayor bendición recibida.

Espero que mañana cuando tengas la dicha al tener tu propio hogar con tus “bondades bellas e inteligentes”, no olvides que la educación más válida es con el ejemplo. Que la integridad, la autenticidad, la moralidad, la seriedad, la brillantez del pensamiento, la firmeza y la sencillez estén en esa agenda que tú tendrás que desarrollar, para que continúes con la “estirpe familiar” de honorabilidad.

Volvamos a tu carrera y a tu vida, como bien sabes, no todos llegan a la cima de estos dos elementos, a pesar de sus recompensas, sólo unos cuantos logran ese añorado “éxito” dual, espero que mires  hacia el éxito con criterios de convivencia y sensatez. Tu personalidad de joven valeroso, ya demostrada, será el mayor acicate para esa gran lucha que te espera, pues en el mostrador de la vida no hay “precios de liquidación”. Son muy altos los montos a pagar para  alcanzar la cúspide.

Lo  primero que no debes olvidar nunca es la “elevación de miras”;  vuela alto para que puedas ver los abrojos del camino, para que las ortigas lastimosas de la envidia, la mediocridad y las malquerencias, que te aguardarán, no empañen nunca lo que hasta hoy tú has sido, un joven valioso y feliz. Actúa siempre con un  “pensamiento superior”, es lo que te permitirá apartarte de las seis “íes” peligrosas: indiferencia, insignificancia, ignorancia, intolerancia, indecisión e infelicidad. Lo segundo, continúa “con tu esfuerzo de preparación”, la modernidad exige que sus hombres líderes se consagren en el esfuerzo y la superación; sólo así podrás alcanzar mañana las metas soñadas. No olvides que es necesario una hora de preparación por cada minuto de un discurso. No desmayes nunca en tus propósitos, cuando falte el aliento haz un alto, pero continúa la lucha, pero jamás seas como el haragán  “supervisor de nubes” acostado en una hamaca. Lo tercero, es que siempre “ayudes a los demás en su progreso”, sabio es en verdad el hombre que desde su tierna edad comprende que cuanto pueda hacer en sí mismo y por sí solo es realmente bueno, pero lo que puedes hacer trabajando bien con otros e influyendo positivamente en ellos, es casi milagroso. El egoísmo, es infantil, dejémoslo para tu sobrinita, mi linda nieta Nicole Marie.

Notaras que mencioné la palabra “sabio”, es lo que aspiro que logres, que te hagas sabio en todas tus acciones, frente a los vicios y tentaciones, con tus descendientes (recuerda las tres cosas), en todas tus relaciones, en tu moralidad, no injuries nunca, que tu gran inteligencia esté siempre ligada a la generosidad y a la nobleza, sé sabio en tu hogar, en tu accionar social, en tu trabajo, en tus metas y propósitos, en tus desfallecimientos y en tus fuerzas. Nunca seas mezquino, no avasalles, no envidies nada, sé valiente, pero no temerario; defiende siempre por encima de todo tu felicidad, para ésta no aceptes nunca un “mañana”. Hago mío para ti este pensamiento: “Si quieres ser sabio, aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas qué decir”, Johann Kaspar. Hijo mío, que tus éxitos y excelencias continúen y que logres ser siempre un hombre dichoso y de bien en nuestra sociedad, nunca seas gusano, si no mariposa, un gran ser humano, todo esto con cariños de tu mejor amigo, tu padre.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas