Algoritmos en Medicina

Algoritmos en Medicina

Ignorar o pretender vivir de espaldas a los avances de la ciencia en el mundo desarrollado equivaldría a negarse a sacar un pie de la selva con tal de no subir un pie sobre las escalinatas de un avión para transportarnos a otro continente. La era digital es una realidad global por lo que la sensatez nos recomienda familiarizarnos y educarnos al respecto, a fin de hacer uso correcto de las herramientas creadas para disfrutar de sus ventajas. El campo de la salud se beneficia grandemente con el uso racional de la tecnología computacional en la prevención, manejo diagnóstico, terapia y seguimiento de las distintas enfermedades presentes en la humanidad.
De antaño venimos siguiendo rutas estratégicas para conducir nuestros pasos de manera eficiente, rápida y eficaz en post de la salud de las personas. Ese trayecto pensado y acortado por la experiencia, con sus paradas para el abastecimiento de combustible, hasta llegar al final del viaje con un resultado feliz, a través de una computadora se le conoce bajo el término de algoritmo. La correcta definición del vocablo acorde con el Diccionario de la Real Academia Española es la siguiente: “Conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema”.
La reconocida revista norteamericana de salud The New England Journal of Medicine, publica en su volumen 381; número 15, de la página 1480 hasta la 1485, fechado jueves 10 de octubre de 2019, un artículo titulado “Predicción de las preferencias del paciente mediante la ayuda de un algoritmo; un vistazo ético”. Haciendo uso de la inteligencia artificial que tiene como núcleo central de funcionamiento un sistema algorítmico modificado y mejorado con la práctica, el escrito plantea tres ejemplos hipotéticos. Uno sería el de decidir no aplicar medidas de resucitación ante la parada cardiaca de un enfermo. Otro consistiría en la remoción de órganos y tejidos como donativo para trasplante. Por último, pero no menos importante, es el de proveer terapia paliativa ante una enfermedad crónica como el cáncer, o intentar un tratamiento agresivo curativo. Esas decisiones cruciales, ¿se las pudiéramos dejar enteramente a un programa manejado por una inteligencia artificial? En caso de que a la postre resultaren erradas decisiones, ¿culparíamos a los médicos, a las aseguradoras, o a la computadora?
Meditando acerca del susodicho escrito me vino a la mente la dependencia que muchos ya tenemos usando el GPS para conducir en la cada vez más congestionada capital de la República Dominicana. Saliendo de la planta televisora estatal RTVD decidí seguir la ruta sugerida por la aplicación WAZE, dirigida hacia el sector de Arroyo Hondo, ubicado al oeste del gran Santo Domingo. Trazó la ruta por el Mercado Nuevo, localizado en la parte alta del Distrito Nacional. Entré por un laberinto que me tomó casi una hora salir vivo de allí, cuando pude hacerlo por una ruta alternativa en 20 minutos. ¿De quién fue la culpa? ¿De la aplicación digital? Ahí es donde debemos meditar acerca de si realmente somos simples sujetos esclavos de la tecnología o de si utilizamos estos aparatos como auxiliares y no como sustitutos del ente pensante. Pude modificar la ruta e incluso interrumpir la guía artificial para seguir el camino que miles de veces he andado.
Nuestro juicio médico se ensancha y se mejora con la asistencia de la inteligencia artificial, pero de ninguna manera se ignora o elimina.

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