Algún día habrá justicia

Algún día habrá justicia

Sed justos decía Juan Pablo Duarte, si queréis ser felices, condicionar la felicidad a la justicia arroja un peso imposible para que lo sostengan, lo soporten hombres de poca fe, hombres que ponen adelante sus intereses por encima de los intereses y el bienestar de todos. Justicia es lo que nos ha faltado, para ser un pueblo feliz, como decía el patricio.

De ahí que encontramos calles y avenidas principales con los nombres de ciudadanos cuya hoja de vida no tiene ningún logro que beneficiara a la comunidad donde nació, o a la comunidad donde vivió, o a la comunidad donde trabajó, pero por arte de la injusticia, una persona logró que los demás miembros del Ayuntamiento votaran en favor de designar con ese nombre indigno la calle, la escuela, el hospital, la carretera, el puente, el estadio deportivo.

Generaciones van y generaciones vienen y cuando llega la edad de estudiar la historia nacional, llega, realmente, la edad de la confusión en la cual los jóvenes no saben, ni se les enseña, quienes merecían los honores y quienes no los merecían. Se reburujan los nombres y las personas, se reburujan de tal modo que uno no sabe si algunos honrados con el nombre de obras públicas merecen tal honor.

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Se convierte el nombre en un vicio, en una costumbre y, por ejemplo, se le llama la 20 a la calle Marcos Ruiz y se solapa el patriota. Es una mala costumbre, que todos aceptamos, que se confieren honores militares a los restos mortales de militares que en vida ostentaron altos cargos en las Fuerzas Armadas.

Lo que no se investiga, lo que no se cuestiona es cómo ascendió de rango ese ciudadano, cuáles fueron sus méritos como militar, cuáles fueron sus hazañas en favor de la Patria, del orden, de la convivencia, aunque se conozca que ese ciudadano, mientras ocupó posiciones militares del más alto nivel se caracterizó por ser un asesino cuyas órdenes llenaron más de un cementerio. Cierto, el general no actuó personalmente, siempre impartió instrucciones para que se asesinara de la manera mas subrepticia posible.

En honor a la verdad histórica hay que reescribir la historia y desmitificarla, acontecimientos tales como la Guerra de Abril de 1965 corren el riesgo de ser distorsionados de tal modo que, por ejemplo, se repite, se repite, se repite, que la izquierda revolucionaria fue la gran protagonista de esos hechos históricos. Nada más falso, fue el Partido Revolucionario Dominicano el que conspiró, convenció civiles y militares y conformó la tropa de abajo, la que peleó.

Mañana, cuando la historia llame resonarán las columnas de la verdad.

Comandante Rafael Gamundi Cordero y se escuchará ¡Presente!