Algunas expresiones del Papa Juan Pablo II

Algunas expresiones del Papa Juan Pablo II

CONVERSIÓN: «Promover una espiritualidad de la comunión, exige ante todo una radical conversión a Cristo, una dócil apertura a la acción de su Espíritu Santo y una acogida sincera de los hermanos».

«Vestirse de Cristo, conlleva ponerle en el centro de la vida personal y comunitaria; en el centro de las actividades didácticas y de toda otra forma de apostolado».

«El compromiso social de los cristianos laicos se puede nutrir y ser coherente, tenaz y valeroso sólo desde una profunda espiritualidad, esto es, desde una vida de íntima unión con Jesús».

«Tenemos que comprender que nuestro bien más grande es la unión de nuestra voluntad con la voluntad de nuestro Padre celestial, pues sólo así podemos recibir todo su amor, que nos lleva a la salvación y a la plenitud de la vida».

FE Y RAZÓN

«La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo». (cf. Ex 33, 18; Sal 27 [26], 8-9; 63 [62], 2-3; Jn 14, 8; 1 Jn 3, 2).

Carta encíclica Fides et Ratio Sobre las relaciones entre Fe y Razón. 14 de septiembre de 1998.

LA FAMILIA

«La familia está llamada a ser templo, o sea, casa de oración: una oración sencilla, llena de esfuerzo y ternura. Una oración que se hace vida, para que toda la vida se convierta en oración».

«A una familia que hace oración no le faltará nunca la conciencia de la propia vocación fundamental: la de ser un gran camino de comunión».

«La familia es para los creyentes una experiencia de camino, una aventura rica en sorpresas, pero abierta sobre todo a la gran sorpresa de Dios, que viene siempre de modo nuevo a nuestra vida».

«El hombre es esencialmente un ser social; con mayor razón, se puede decir que es un ser familiar».

«El futuro depende, en gran parte, de la familia, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz».

Que toda familia del mundo pueda repetir con verdad lo que afirma el salmista: «Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos» (Sal 133, 1).

«El matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia. Los hijos son fruto precioso del matrimonio». (Familiaris Consortio 14, 16)

La acogida, el amor, la estima, el servicio múltiple y unitario -material, afectivo, educativo, espiritual- a cada niño que viene a este mundo, debería constituir siempre una nota distintiva e irrenunciable de los cristianos, especialmente de las familias cristianas; así los niños, a la vez que crecen «en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres», serán una preciosa ayuda para la edificación de la comunidad familiar para la misma santificación de los padres. (Familiaris Consortio, 1981)

La familia es «base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida».

«Los padres tienen derechos y reponsabilidades específicos en la educación y la formación de sus hijos en los valores morales, especialmente en la difícil edad de la adolescencia».

«Los padres de familia que tienen la responsabilidad de la educación humana y cristiana de los hijos, confiando también en la ayuda experta de educadores y catequistas serios y bien formados».

«Ayudad a vuestros hijos a salir al encuentro de Jesús, para conocerlo mejor y para seguirlo, entre las tentaciones a las que están continuamente expuestos, sobre el camino que lleva a la auténtica felicidad».

«Todos los católicos, en especial los casados deben ser los primeros en testimoniar la grandeza de la vida conyugal y familiar con una acción catequética y educativa más incisiva y constante, que permita incentivar el ideal cristiano de comunión conyugal fiel e indisoluble».

«Políticas familiares basadas en la esterilización masiva, en la promoción del aborto o del divorcio producen «resultados dramáticos»: la desintegración de la célula fundamental de la sociedad».

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