Algunas ideas sueltas

Algunas ideas sueltas

A quién le conviene el desorden? ¿Por qué el pasajero de una motocicleta no lleva un casco colocado en su cabeza si es que este objeto sirve para proteger la vida de los motoristas y sus acompañantes?
¿Qué impide que los motoristas detengan sus vehículos donde estén cuando el semáforo marque rojo y evitemos los accidentes y problemas que surgen cuando la moto raya la pintura de un vehículo o cuando se daña en la cabeza del tapón e impide el tráfico?
¿Por qué se permite que los motoristas hagan toda suerte de fintas y quisondas para colocarse adelante en la fila que espera el cambio del semáforo?
Ahora que viene una nueva Ley de Tránsito es bueno regular la forma de desplazamiento de los motoristas.
¿Qué no hay en el país cascos suficientes para suplir a los motoristas? Que se les dé un plazo para ponerse en condiciones de cumplir con la ley, obtener su licencia y matricular el vehículo.
¿Acaso es imposible que se eduque a los motoristas para que transiten debidamente, en la dirección correcta y descontinúen su práctica constante de caminar a contravía, que no son solo de los que llevan encomiendas a domicilio?
Desconozco las estadísticas por muertes en accidentes, pero frecuentemente se reportan choques de frente entre motocicletas, en algunos casos con muertos, y siempre uno o los dos conductores con heridas considerables.
Alarma ver cómo aceptamos como pasan frente a un policía vehículos diurnos, sin ninguna condición para transitar por las calles, sin ningún tipo de luces, con ventanas y cristales “protegidos” por un frágil plástico sin que el agente, sea o no de la Autoridad Metropolitana de Transporte ni siquiera se enteran de las violaciones a la Ley de Tránsito.
Sin embargo, a quienes sí atacan los policías, a quienes detienen para molestarlos es a los ciudadanos a quienes el ilustre escritor venezolano Arturo Uslar Pietri llamó los pendejos, los que como los pelos del pubis estamos de más, los que no servimos ni siquiera para protestar, quienes tenemos que pagar seguros, mantener nuestros vehículos en óptimas condiciones y el motor operando como el primer día.
El agente de tránsito adivina que tenemos alguna falla y nos detiene con aire de perdona vidas para, en el mejor de los casos, echarnos un desagradable, injusto e innecesario sermón.
Eso no es lo peor, lo peor es que algún genio de la Autoridad Metropolitana del Transporte tuvo la infeliz ocurrencia de dar luz verde a sus agentes, para sustituir los semáforos en las horas-pico.
Es cierto, Dios nos quiere tanto porque, aun así, con la corrupción desenfrenada con Odebretch, antes, durante y ahora, sin justicia, sin respeto a los derechos, seguimos aquí para que luchemos y enderecemos los entuertos.

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