Cuando entramos en el tercer año de gobierno del presidente Danilo Medina, iniciamos el apresurado trayecto de los meses pre-electorales. La reelección presidencial vuelve a ocupar la atención en este proceso, que de seguro será complicado.
El presidente Medina goza de una posición privilegiada electoralmente, su popularidad creciente avalada por la forma sencilla y efectiva de gobernar, conducen a que la reelección reclamada por partidarios y simpatizantes tenga posibilidades de concretarse.
El debate de la reelección, sin embargo, lejos de ser todavía una discusión nacional, pertenece en estos momentos al interés interno del partido oficial. El PLD ha permitido y aupado las prematuras aspiraciones por la postulación presidencial y estas son ya muy difíciles de desalentar. Por otra parte, la reelección infiere un proceso constitucional complejo, dadas las actuales circunstancias, aunque las experiencias pasadas demuestren lo contrario. Otras contradicciones en contra de la reelección se encuentran en las propias convicciones democráticas del presidente Medina y su compromiso de la palabra empeñada, aunque este argumento se debilitaría frente a un reclamo popular de la mayoría de sus compatriotas.
Queda en este mismo orden de ideas la posición encontrada de muchos de los aliados tradicionales del peledeísmo, que no están muy a gusto con el trato recibido en la actualidad, pese a que esas quejas tienen en sentido general muy poco asidero.
El caso particular del Partido Reformista, que aportó el mayor caudal de votos como aliado en las pasadas elecciones, es diferente. Su declaración pública de “independencia política” no necesariamente representa un rompimiento con el gobierno de acuerdo a lo manifestado por su presidente, pero algún velado enfriamiento en estas relaciones se pone de manifiesto. La renuncia por motivos de salud del ex Canciller Morales Troncoso deja al reformismo fuera del gabinete presidencial, con la secuela política que de esto pueda derivarse. No obstante, la percepción general que hay es que estos aliados seguirán juntos a pesar de las posiciones aparentemente encontradas. Los vientos que soplan en el PLD, reeleccionistas o no, serán coincidentes con el reformismo al final del camino.