Le puede ser familiar el oírya no tengo paciencia, me cuesta montones que se siente a la mesa a comer, no quiere hacer tareas, si yo no le doy lo que pide me hace un berrinche, me estoy volviendo loca. ¿Te parece conocido? Estos ejemplos son escenas cotidianas que viven los padres y que hace que se pregunten ¿cuál será la mejor manera de disciplinar a mis hijos?
Existen gran variedad de métodos disciplinarios; mientras unos funcionan para algunos hijos, otros no lo hacen. La disciplina o el establecer límites se conoce como el conjunto de reglas que permiten la convivencia en el hogar.
Tiene como objetivo el producir un patrón específico de comportamiento y es importante porque contribuye a que los niños crezcan sin temores, aprendan lo que se espera de ellos, ayuda a protegerlos de situaciones peligrosas y además hace que se establezcan las condiciones para convivir con los demás. Además una vez que se establezcan los límites claros y razonables con respecto al comportamiento de tus hijos, se logra tener una mejor relación y evita los enfrentamientos constantes. La disciplina es necesaria y debe ser guiada por adultos para que los niños aprendan cómo realizar lo que deseas de la manera más adecuada, aprendan a postergar los deseos para momentos más oportunos y logren tener confianza en sí mismos. Además contribuyen a la tranquilidad, al orden y autocontrol.
Te preguntarás, ¿qué sucede si no se limita la conducta? Si no pones disciplina, tu hijo no aprenderá a auto controlarse y auto dirigirse, y además lo expones al rechazo.
Importante
Para que ni tú ni tus hijos se sientan mal o culpables, la disciplina no debe afectar el respeto ni autoestima del niño, ni de los padres. Algunas maneras para lograrlo: Señala la problemática empleando pocas palabras; Establece reglas con anterioridad, explícalas y aclara las consecuencias lógicas. Los castigos-consecuencias deben ser de corta duración.