Alianza maldita

<p>Alianza maldita</p>

 LEO BEATO
Esta ecuación la conocen hasta los chinos de Bonao: «A más riqueza mayor pobreza». La pobreza ha estado creciendo de manera continua y continuada más que el crecimiento poblacional durante los últimos cincuenta años. El crecimiento económico (Producto Interno Bruto) no la ha detenido, mas bien la ha incrementado, lo cual indica que éste (el PIB) no es necesariamente sinónimo de la reducción de la primera (la pobreza).

 Los recursos naturales de nuestros países (el oro, la plata, el níquel, la bauxita, el petróleo,etc.), el índice de ganancias garantizadas, la mano de obra barata, el trabajo semi-esclavo, la falta de controles ambientales adecuados,. siempre han atraído a las grandes transnacionales hacia los países del tercer mundo. Por otra parte, los subsidios por parte del gobierno estadounidense y los incentivos de las rebajas de impuestos siempre han sido muy atractivos para las inversiones foráneas, aún en detrimento de los sindicatos laborales locales. Christopher Cook, en su obra «Dieta para un planeta moribundo», cita el caso de Haití donde transnacionales como la J.C. Penny, Wallmart y la Disney pagan once centavos la hora, desplazando a miles de hambrientos sub-empleados de sus respectivas áreas rurales.

El gobierno estadounidense, tal como había hecho antes negándose a firmar el Acuerdo de Kyoto sobre la regulación de la polución ambiental, también se negó a firmar la Convención Internacional para la Abolición del Trabajo Esclavo como es el caso de Haití. Indonesia es otro caso clásico con sus factorías de zapatos donde laboran niños que reciben 13 centavos la hora por más de 12 horas diarias de trabajo. Estas factorías producen un tipo de calzado cuyo valor no excede los US$2.60 por par de zapatos. Sin embargo, éstos se venden en el mercado internacional por US $100.00 el par.

Las ayudas internacionales ofrecidas por los EEUU a estos países conllevan requisitos muy específicos que los convierte en aún más dependientes de esas corporaciones trasnacionales. Como muestra que nos baste este botón: el país de Liberia, Africa, un país sin luz eléctrica (casi como Dominicana) con una deuda externa que fue negociada por un gobierno corrupto, dictatorial e irresponsable que se quedó con parte de esa ayuda y ahora tiene que hacerle frente a la deuda maximada debido a intereses no pagados. Hoy día Liberia está presidido por una mujer que ha pedido la exoneración total de la deuda.

El Banco Mundial (WB, por sus siglas en ingles) y el Fondo Monetario Internacional (IMF) fueron entidades creadas por las Naciones Unidas (ONU) en el 1944, precisamente para ayudar financieramente a los países en vías de desarrollo.

Sin embargo, el derecho al voto de cada país miembro se encuentra en proporción directa a sus contribuciones monetarias. Por concepto de aportaciones y en ese mismo orden se encuentran los siguientes países: EEUU, Alemania, Japón, Francia e Inglaterra. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional son dos hermanos gemelos. Cuando el primero presta una cantidad determinada y el país no cumple con sus compromisos de pagos (debido a la caída de los precios de sus exportaciones, por ejemplo) el Fondo, que funciona en secreto dirigido por un grupo selecto de banqueros provenientes de los países «miembros», entra en acción. Uno de sus procedimientos predilectos es el «SAP» (Programa de Ajuste Estructural, por sus siglas en inglés) donde se enfatiza la privatización de los recursos naturales principales con la finalidad de «dinamizar» la economía del país respectivo. En otras palabras, poner esos recursos en manos de una corporación transnacional que invierta en el país indicado recibiendo incentivos especiales e imponiendo recortes forzados en los servicios prioritarios básicos, tales como los de educación, salud, nutrición, vivienda, agropecuaria, etc. ¿Quién es que sale ganando? Así que ese espejismo de que el crecimiento del Producto Interno Bruto es la panacea de nuestros países no significa ni en pintura que los pueblos salgan del hoyo de la pobreza crónica en que estos mismos procedimientos los han sumergido. En ese sentido quizás esta sea una de las diferencias principales entre Danilo Medina y Leonel Fernández. Uno, siguiendo las recomendaciones del Fondo, ha enfatizado por casi ocho años el pago de la deuda a costillas de recortes en necesidades y servicios básicos, mientras que el otro desea enfatizar el desarrollo integral a pesar de que esta medida pueda incidir en detrimento del pago de la deuda. ¿Por qué entonces no se comienzan a preparar los planes para solicitar la exoneración total de la misma? Esperemos a ver qué sucede en este país de las maravillas.

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