Todos los foros e instituciones especializadas internacionales coinciden en la gran debilidad del trabajo de innovación en América Latina, en un mundo en el que se hace énfasis en la conveniencia de invertir en Investigación y Desarrollo (I&D) de manera de poder estar en condiciones de incorporar nuevos productos de calidad en un mercado internacional cada día más competitivo. América Latina es la región que más empresas crea pero la que innova menos. Esa realidad cercena las potencialidades de crecimiento y de exportación. Ni siquiera las empresas más grandes e internacionalizadas de la región son activas en este renglón mientras que las chinas invierten 34 veces más en I&D que ellas y las de las naciones industrializadas 40 veces más. Como ejemplo se puede señalar que líderes exportadores de la región, como en México, Colombia y Chile, el porcentaje de empresas que exportan dentro del universo nacional es menos al de países como Bangladesh, Pakistán o Tanzania.
Abundan ejemplos exitosos de alianzas entre los sectores públicos y privados para encauzar por un camino de elevación de la calidad de la oferta garantizando los recursos financieros y su sostenibilidad. El retorno queda garantizado y con creces. El aporte especializado de cada cual es vital. Para la CEPAL los “gobiernos de la región deben ofrecer incentivos, entornos favorables y nuevos espacios para entablar la confianza y visiones comunes a largo plazo, además de colaboraciones innovadoras entre todos». A su vez, los Consejos Globales del Foro Económico Mundial, comunidad que integran más de 1500 líderes de opinión del más alto nivel, han señalado la conveniencia de la colaboración en sectores de educación, salud, desarrollo sostenible, efectos del cambio climático, la disponibilidad de tecnologías de la información y la comunicación, entre otros.
América Latina no puede seguir circunscrita a exportar sus recursos naturales en bruto sin añadirle valor y para ello tiene que desarrollar capacidad para innovar pero ha faltado comprensión y visión del problema, en buena medida, como señala la División de Innovación y Competitividad de BID, porque hay carencia de capital humano calificado incluso entre buena parte de la gerencia regional. Obviamente, estamos ante un problema social que para enfrentarlo exitosamente hay que llegar hasta la reforma del sistema educativo para que de las escuelas y las academias emerjan los técnicos y profesionales que verdaderamente necesita el país.
Las naciones de la Comunidad Andina aprobaron normas consideradas esenciales para el incremento del comercio y el impulso de la ciencia y la tecnología, a saber: el uso de Certificados de Origen Digital para viabilizar las operaciones comerciales reduciendo costos y tiempo; procedimientos aduaneros simplificados y la Agenda Temática Andina de Ciencia y Tecnología para impulsar programas de investigación. Paso positivo.
La muy mala noticia es la realidad que confronta la región en este aspecto; la buena es que comienza a abrirse camino la comprensión del problema y de la necesidad de enmendarlo. Busquemos que el fracaso no alimente la frustración sino la disponibilidad de aprender.