La necesidad y conveniencia de los partidos políticos de concertar alianzas con otros partidos un régimen de gobierno democrático es cosa común y corriente siendo la misión y razón de ser de todo partido llegar al poder y retenerlo por el mayor tiempo que le sea posible conforme con la Constitución de la República.
Así es y ha de ser en todos los pueblos y países del mundo donde prime la democracia representativa y la elección de sus gobernantes mediante mecanismos democráticos que garanticen su legitimidad y la soberanía del pueblo obligado el Gobierno a respetar su voluntad cumpliendo con la Constitución de la República y las leyes que definen y ordenan el procedimiento a seguir sin abusos ni privilegios de manera que los fines perseguidos por los partidos y la voluntad de los electores sea el fruto de unas elecciones genuinamente libres y democráticas donde los derechos de unos y de otros pero sobretodo del ciudadano votante que al elegir a sus gobernantes ejerce un derecho de soberanía absoluta libre de toda extorsión, intrusión obstrucción o medida abusiva que coarte, constriña o altere su voluntad.
La necesidad de asumir el poder a cualquier costo para desplazar al enemigo en ocasiones llega a la desesperación y al desacierto. Se hace perentorio concertar acuerdos estratégicos con partidos afines sobre todo cuando la contienda electoral es reñida y desigual en términos de competencia y recursos disponibles.
Tal es el caso del PRM encabezado por el doctor Luis Abinader Corona, que marcha bien encaminado según las últimas encuestas por el cambio prometido por una patria mejor donde ha de ondear la honestidad y la transparencia horneada por una ideología política filosófica de buen Gobierno, más justo y equitativo abrazado a principios éticos y morales en búsqueda de soluciones políticas eficaces que nos permitan “construir una sociedad democrática, digna y justo para todos” como aspiraba el profesor Juan Bosch, derrocado por aquel fatídico golpe de Estado auspiciado por intereses bastardos y luego por una mala estrategia de mansos y cimarrones traicionado por sus discípulos más aventajados.
Dividido el PLD en dos grandes grupos capitaneados por sus dos grandes líderes con idénticas ambiciones sin poderse desprender de la mancha indeleble que marca la corrupción, la impunidad, el desorden administrativo, el dispendio, atrae a su alrededor alianzas de la misma marca que se aferran al poder como sanguijuelas no teniendo otro medio de supervivencia, mientras la gran mayoría de la población ocupa los más bajos niveles de pobreza, educación, salud, desempleo e inseguridad social, que obliga emigrar a los desamparados en búsqueda de esperanzas perdidas mientras corren y son dispendiadas sin pudor las riquezas mal habidas de los poderosos.
El refranero popular dominicano es muy rico y muy sabio. Advierte, para evitar futuras lamentaciones: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Hay alianzas buenas y necesarias, otras indeseables y nefastas. Al hablar de alianzas se debe ser muy cauto y cuidadoso. El PRM va por buen camino. No necesita alianzas contaminantes que lo dividan, resten voto o ahuyenten a sus simpatizantes.