Alimentación consciente para la función digestiva

Alimentación consciente para la función digestiva

“El sistema digestivo tiene un inmenso poder sobre nuestras emociones, algo que también funciona a la inversa”, señala Fani García, bioquímica, psiconeuroinmunóloga y psicoterapeuta especializada en patologías digestivas y trastornos de la conducta alimentaria (TCA).

Explica que algunos estudios recientes “nos hablan de cómo el miedo, la ansiedad o el estrés sostenido en el tiempo, tienen un impacto directo sobre nuestro aparato digestivo, más allá de que una comida nos siente mejor o peor”.

Esta especialista sabe bien de lo que habla, porque experimentó las consecuencias de tres patologías digestivas simultáneas mediante las cuales entendió como paciente y como profesional que “el cerebro tiene mucha relación con el estómago”.

“Levantarme cada mañana era todo un esfuerzo. Todo lo que comía me sentaba mal, me generaba hinchazón, pesadez, cólicos y si tenía suerte podría sobrellevarlo sin acabar retorciéndome de dolor en el baño. El ritmo de vida y estrés que cargaba a mis espaldas eran insostenibles”, recuerda.

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“Colon irritado, reflujo y gastritis crónica, le llamaban. Eran nombres que solo representaban que cada día iba a peor, a pesar de recorrerme numerosos nutricionistas, especialistas digestivos, dietas a montones, terapias…”, según puntualiza García en su página web (https://digestionesemocionales.com).

Esa experiencia la condujo a crear un método y programa terapéutico para recuperar su salud digestiva y emocional denominado Reprogramación Neurodigestiva, al que define como “una escalera para salir del pozo” en el que ella se encontraba y que también ha ayudado a muchas persona a salir de esa oscuridad, según comenta.

Para esta especialista no solo nos nutrimos con los alimentos que hay en el plato, sino que en un sentido metafórico, nos nutrimos con todo lo que nos rodea en cada momento”, por ejemplo aquello que sentimos y lo que pensamos.

Por esa razón, hacernos conscientes de ese conjunto de factores mentales y emocionales es un paso decisivo para empezar a transformar nuestra salud física y mental, según explica en su libro ‘Es tu tripa la que grita’.

Primeros pasos para nutrirse prestando atención.

La ‘alimentación consciente’ es una filosofía que nos invita a detenernos, a relajarnos y a disfrutar de lo que tenemos en el plato, y “su finalidad es que podamos relacionarnos con los alimentos a través de la consciencia plena”, según García. Aunque pueda parecer un enfoque muy abstracto, poner en práctica los primeros pasos de esta filosofía puede ser “un buen inicio para recuperar la bonita relación que tenías con la comida, si sientes que te la han robado los problemas digestivos”, señala García, que recomienda aplicar las siguientes técnicas de alimentación consciente:

Uno. Empieza desde la consciencia

“Antes de empezar a cocinar, dedica 5 minutos a pensar y tratar de encontrar el origen de cada ingrediente: si es un alimento de proximidad (producidos cerca de donde se consumen) u orgánico (sin productos químicos ni aditivos); cómo fue su recolección y su cultivo. Imagina también la forma en que lo vas a cocinar y el punto de cocción que quieres conseguir”, aconseja.

Dos. Come más despacio

Para ralentizar el proceso de la comida, García aconseja: “come utilizando tu mano no dominante (con la izquierda, si eres diestro; o la derecha si eres zurdo); mantén los bocados en tu boca durante 5 segundos (moviéndolos o saboreándolos) antes de masticarlos; y después mastica cada bocado entre 25 y 30 veces (contándolas mentalmente). “Tu mente te dirá que estás comiendo lentísimo, pero solo podrás sacar conclusiones constructivas si la vences y llevas el ejercicio hasta el final”, recalca.

Tres. Deja la tecnología de lado

“Olvídate del teléfono móvil, la televisión o cualquier otro aparato electrónico que pueda distraerte, ya que si efectúas otra actividad mientras comes, acabarás ingiriendo más cantidad de alimentos que si pones tu atención plena en el plato”, señala.

Cuatro. No tienes que acabarte todo el plato

García recomienda hacer tres pausas mientras se come: “la primera cuando te sientes a la mesa, aprovechándola para valorar tu nivel hambre de 0 a 10; después de comer la mitad del plato, haz una segunda pausa y vuelve a efectuar la valoración, teniendo en cuenta tu nivel de saciedad”, explica.

“Al terminar de comer, vuelve a valorar si te sientes saciado o te has excedido en la cantidad de comida ingerida, tomando nota de ese resultado para autoregularte las próximas veces”, señala García, añadiendo que si sobra comida, puede guardarse.