Alimentación y tercera edad

Alimentación y tercera edad

LIC. ANA RODRÍGUEZ P.
Todas las etapas de la vida requieren de una alimentación que se adapte a las necesidades específicas de las personas y que les proporcione las cantidades adecuadas de nutrientes en la cantidad de alimento apropiado para su capacidad estomacal y para su apetito.

En las personas mayores la cuestión reviste particular importancia, puesto que a través de nuestra vida vamos adoptando determinados hábitos de alimentación que son difícilmente compatibles con nuestras actividades cotidianas, nuestro ritmo de vida, dado que el organismo va desarrollando una serie de cambios propios de la edad.

Por lo general, la actividad física de nuestros abuelos y abuelas es menor, puesto que sus obligaciones laborales han disminuído.

Uno de los principales problemas relacionados con la alimentación de nuestros mayores es que la demanda de energía es menor, y al mismo tiempo se incrementan las necesidades de algunas vitaminas y minerales.

Conforme va avanzando la edad se va presentando otra serie de trastornos que también afectan la alimentación. Uno de los más importantes es la pérdida de la dentadura, que dificulta el consumo de alimentos de consistencia dura, por lo que se recomienda elaborar o modificar los alimentos que sean de su agrado con una textura blanda, ya sea moliéndolos o preparándolos en forma de papilla.

Es necesario estar conscientes de que va a disminuir el sentido del gusto, lo que hace necesario una presentación más vistosa de los platos, la utilización de especies y saborizantes naturales para realzar el sabor de las comidas.

Todo el sistema digestivo sufre alteraciones que pueden afectar el estado de nutrición. Es importante cuidar que la alimentación no contenga sustancias irritantes y que se coma tres veces o más al día para evitar la aparición de gastritis, problema frecuente en las personas mayores.

La deshidratación es un padecimiento común ya que con la edad se debilita el mecanismo que nos indica que debemos tomar agua; ofrecerles constantemente agua, cuidar de que se ingiera unos seis vasos de agua diariamente, es una medida sumamente beneficiosa.

La depresión, el aislamiento social son dos factores que pueden conducir a nuestros abuelos y abuelas a que dejen de comer y lleguen a la desnutrición, un padecimiento que debemos evitar sean vulnerables a las infecciones y a sufrir accidentes.

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