El buen funcionamiento del organismo se debe en gran medida a una buena alimentación, y un organismo saludable retrasa en gran medida el deterioro físico.

A continuación algunas indicaciones para una alimentación antienvejecimiento.

Beba más agua. La mayoría de las personas reconoce no beber lo suficiente. Llene una botella de litro y medio de agua y póngase como meta beberla a lo largo del día. Verá que no es tanto.

Adiós a las dietas drásticas. Por debajo de las 1.20 calorías diarias sólo sirven para desvitalizar la piel y acelerar el envejecimiento.

No olvide la vitamina C. Porque interviene de manera directa en la síntesis del colágeno, esencial para mantener la piel elástica. Tome muchos cítricos y verduras.

No deje de lado la vitamina A, porque es un antioxidante que cuida y rejuvenece su piel. Si lleva una dieta muy pobre en grasas, se faltará.

Proteínas, en su justa medida. Si se pasa, se almacenan como grasa, pero si no llega, sus arrugas se multiplicarán. Tómelas de buena calidad: carnes blancas, huevos, pescado…

Controle el hierro. Un déficit de este mineral se traduce en una piel pálida y sin tono, algo que le sucede a muchas mujeres. Toma legumbres variadas, mariscos, huevo, etc.

Verduras: no menos de 3 raciones Al día, claro. Y si son más, mejor. Sus antioxidantes son los mejores aliados de una piel joven.

Vitamina E, su as en la manga. La obtendrá si toma a diario una ración de 20-25 gramos de avellanas o almendras y usa el aceite de oliva (mejor virgen extra) como fuente principal de grasa.

No abuse del alcohol. Porque impide la correcta absorción de algunas vitaminas. Eso no significa que no pueda tomar todos los días una copita de vino tinto en las comidas.

Sí a las grasas. Pero que sean poliinsaturadas, es decir, aquellas que se encuentran en los aceites de semillas, el pescado o los frutos secos: nueces, piñones…