Alimentos que llegan del frío

Alimentos que llegan del frío

Pescados, verduras, legumbres, croquetas, pizzas, canelones, lasañas. Los congelados no sólo abarcan casi todos los grupos de alimentos, sino que además son un ingrediente clave de una dieta saludable y equilibrada, y poseen las mismas –y a veces mayores cualidades y aportaciones nutricionales que las comidas frescas.

La mayoría de los congelados preparados no necesitan descongelación previa y pueden almacenarse durante un largo período de tiempo, sin deteriorarse. Además, ponen a nuestro alcance una dieta variada y son fáciles de preparar y conservar.

No obstante, la mayoría de la gente desconoce buena parte de sus cualidades, o tiene ideas erróneas o falsas creencias sobre estos productos que si bien pueden considerarse un alimento industrial, están más próximos a la naturaleza que cualquier otro envasado.

La congelación consiste en aplicar a los alimentos temperaturas por debajo de cero grados centígrados, para que parte de su agua se convierta en hielo. El frío retrasa el deterioro de las comidas, al evitar que se desarrollen los microbios y al ralentizar la actividad enzimática que hace que se echen a perder.

La ultracongelación industrial persigue una conservación a largo plazo al transformar el agua en hielo a 18º C o menos, con gran rapidez, ya que el alimento atraviesa la zona comprendida entre 1 y 15 grados bajo cero en menos de 30 minutos. La rapidez de la congelación determinará la calidad del producto final.

[b]Bajo cero, a toda prisa[/b]

Para que todo el proceso tenga resultados saludables y de calidad, y que el alimento conserve sus cualidades nutritivas y de sabor es necesario partir de un alimento sano, aplicar el frío de modo inmediato a la obtención de la materia prima, y mantener los alimentos a una temperatura constante sin oscilaciones.

Durante años, los congelados han sufrido el efecto de afirmaciones sin rigor científico que desacreditaban sus propiedades. Por ejemplo, se ha asegurado que no saben tan bien como los naturales, pero lo cierto es que tienen el mismo sabor que los frescos. Aunque, eso sí, para disfrutarlo, es necesario mantener la cadena de frío desde que se compra hasta que se consume, además de seguir las recomendaciones de preparación culinaria que especifica cada fabricante en el envase.

Según los expertos de Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA), para que un alimento congelado conserve todo su poder nutricional es necesario congelarlo inmediatamente después de cocinar los platos, en el caso de los precocinados, y sin superar las dos o tres horas después de su captura y/o recolección, en el resto de productos congelados, algo que sólo puede garantizar la congelación industrial.

Algunos alimentos congelados incluso aportan más nutrientes al organismo que los productos frescos. Según investigaciones de la SEDCA, un plato de guisantes congelados y cocidos contiene 70 miligramos de calcio, frente a los 38 miligramos de los frescos.

En 200 gramos de guisantes congelados hay 94 microgramos de ácido fólico, mientras que los frescos contienen la mitad de esta vitamina que se recomienda tomar a las mujeres embarazadas para prevenir malformaciones en el bebé que están gestando.

Además, un plato de coles de Bruselas congeladas y hervidas aporta a nuestro organismo 58 miligramos de calcio, mientras que las verduras frescas proporcionan 40 miligramos de mineral.

[b]Sabrosos y saludables[/b]

Igualmente importante es el bajo contenido en sodio de algunos productos congelados, un requisito importante para las personas con hipertensión arterial o tendencia a la retención de líquidos, a quienes se desaconseja tomar sal. Así, en 100 gramos de bacalao congelado hay tan solo 67 miligramos de sodio, 11 miligramos menos de los que contiene esa misma cantidad de bacalao fresco.

Además, la congelación contribuye a conservar las proteínas y la grasa poliinsaturada del pescado, rica en ácidos grasos omega 3, que ayudan a prevenir las enfermedades cardiovasculares.

Las verduras son una gran fuente de nutrientes, sobre todo vitaminas y de fibra, pero se consumen menos de lo que se recomienda, entre otras razones porque prepararlas frescas resulta laborioso: hay que lavarlas bien, trocearlas, cocinarlas…

Las verduras congeladas son una buena opción, cuando se dispone de poco tiempo o habilidad para cocinar, puesto que conservan todo su valor nutricional y evitan los inconvenientes de la preparación, además de conservar las vitaminas y minerales y muchas veces los mantienen mejor que las frescas. Muchos otros de estos productos vienen preparados para ser cocinados o calentados directamente, sin lavarlos ni limpiarlos.

[b]Congelar en casa[/b]

Para los expertos en nutrición, es preferible comprar alimentos congelados que adquirirlos frescos y congelarlos, ya que la congelación “casera” puede ser deficiente, y nunca alcanza las bajísimas temperaturas que consigue un proceso industrial.

En casa, el tiempo necesario para la congelación es mayor, con la consiguiente pérdida de calidad y sabor en el alimento. Los procesos industriales son muy rápidos y preservan el valor nutricional, frescura, sabor y color de los alimentos, así como su textura y aspecto, siempre que se respete la cadena de frío.

La congelación detiene el proceso natural de desarrollo de microorganismos en cualquier alimento. Los expertos aseguran que por debajo de los 18º C no proliferan las bacterias, con lo que se reduce al mínimo la posibilidad de que se altere el producto, con riesgos para la salud.

[b]Consejos para aprovechar mejor los alimentos congelados[/b]

Conviene transportar los productos a la casa en una bolsa isotérmica o bien envueltos antes de dejar el supermercado o la tienda. Hay que meterlos en la cesta o el carrito, al final de la compra e introducirlos en el congelador tan pronto se llegue.

Para conservar mejor los congelados en casa, no se debe sobrecargar el congelador para que así circule mejor el aire frío entre ellos, ni tampoco recongelar un producto descongelado, porque se habrá roto la cadena del frío y puede estropearse.

Para aprovechar mejor las cualidades de estos alimentos, los expertos sugieren efectuar la descongelación, en caso de que sea necesaria, siguiendo las instrucciones del envase.

La recuperación de la temperatura ambiental debe efectuarse lentamente para que el alimento conserve todas sus características. Lo más adecuado sería descongelarlo colocándolo en la parte inferior del frigorífico, aunque el microondas también se puede utilizar si se conoce bien su forma de uso.

Los alimentos se conservan en el congelador durante un año y muchas veces más de doce meses. El tiempo máximo de conservación depende del alimento, por lo que es fundamental seguir las recomendaciones en la etiqueta, aunque la media de caducidad de los congelados se sitúa entre los 3 y 12 meses. La carne picada, el pan y bollos, o algunos pescados y mariscos, tienen un período de caducidad más corto, pero el pollo, la carne de vacuno o las hortalizas pueden permanecer más tiempo en un congelador doméstico sin que se vea afectada su calidad.

Temporada alta todo el año

Gracias a los congelados es posible disponer de todo tipo de productos a lo largo de todo el año, incluso aquellos que habitualmente están disponibles sólo en ciertas estaciones. La disponibilidad de muchos alimentos es estacional y sólo podemos consumirlos en determinadas épocas. Gracias a la congelación, estos productos se recogen en su temporada alta, y pueden consumirse en cualquier momento del año con sus cualidades originales. Así, se puede mantener una dieta equilibrada y sabrosa durante todos los meses, según la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación, SEDCA.

[b]Medidas a tomar[/b]

Ciertos congelados permiten ahorrar dinero, al aprovecharse mejor que los frescos. De un 30 a 40 por ciento del pescado fresco se pierde en los desperdicios que tiramos al limpiarlos.

Antes de comprar cualquier producto congelado hay que examinar su envoltorio, evitándolo si está cubierto de escarcha, porque indica que se ha podido descongelar y vuelto a congelar. Los pollos o filetes con los laterales aplastados muestran que han sido transportados en condiciones de hacinamiento y, probablemente, también se han descongelado en el proceso.

Las bolsas de verduras en paquetes de plástico pegados entre sí también son un signo de descongelación. Además, conviene descartar los paquetes húmedos, mojados o poco firmes, señal de que han sido descongelados o están descongelándose.

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