Después que Lot se fue, el Señor le dijo a Abraham: Desde el lugar donde estás, mira bien al norte y al sur, al este y al oeste. Yo te daré toda la tierra que ves y para siempre será tuya y de tus descendientes. Génesis 13: 14-15
A veces luchamos tanto para ser bendecidos y, por más que nos esforzamos, no lo somos. Al contrario, los Cielos permanecen cerrados y no hay señal de que será diferente. Todo está estático, no hay cambio; es como si Dios no estuviera. Por más que oremos, gimamos y clamemos, no hay respuestas; todo sigue igual, llegando a desesperarnos por no entender qué está pasando.
Dios no se agrada con esta situación, porque Él desea bendecirnos; pero es necesario que para recibir las bendiciones estemos en el orden divino. No basta con orar, ayunar e interceder, si hay condiciones en nosotros que no están en orden.
Primero tenemos que reconocer lo que tenemos pero no Le agrada; segundo, qué estamos haciendo que no es de Su aprobación; y tercero, con quiénes estamos compartiendo pero están fuera de Su propósito. Porque Abraham fue bendecido cuando se separó de su primo Lot, pues él no estaba alineado.
Miremos los que están alrededor de nosotros, y pidámosle confirmación al Señor de si estas personas son obstáculos para nuestra bendición. Si Su respuesta es afirmativa, alejémonos como se alejó Abraham, porque a partir de ese momento Dios nos bendecirá.