Aliro Paulino

Aliro Paulino

Aliro tiene que haberse ido muy satisfecho de su residencia en la tierra, porque dejó recuerdos de su  bien ser, de su bonhomía. Su carácter alegre y su espíritu solidario  estuvieron entre sus atributos personales que más lo distinguieron. Sentía como un deber insoslayable estar al lado de sus amigos en cualquiera que fueren las  circunstancias y mas, si   éstas les  fueren a aquellos adversas; allí estaba él con el apoyo sincero de  su presencia de la cual irradiaba  hondo calor humano.

Sus amigos disfrutamos con la infinidad de anécdotas que colorearon su vida. Estar junto a Aliro era lo mismo que compartir una fiesta. Sus vivencias, bien fueran en las selvas tropicales de Colombia o la selva de cemento de Nueva York, hicieron su vida rica en aventuras.

La vida fue pródiga con él; le colmó de satisfacciones. Le dio el don de la escritura y nos dejó libros de hablan de historia y de hombres. También  su fértil imaginación de artista  lo llevó a crear cuentos en donde reflejaba su jocosidad; el gracejo y alegría de su refrescante personalidad. Aliro se destacó como retratista de primer orden, arte al cual dedicó sus últimos años.

Cumplió con gran calidad profesional su vocación de fotógrafo; fue periodista, caricaturista, tocaba el piano y el órgano. ¡Qué no fue Aliro¡ que le permitiera hacer su vida más admirable. Su estancia por la vida fue una estela de bondad y afectos. Tenía el difícil privilegio de contar amigos en todos los escenarios de la vida nacional, porque en todos siempre mostró su personalidad abierta y afectiva con todos; sin distinción de momentos ni condiciones. Jamás tuvo una actitud de desagrado o disgusto hacia nadie. Nunca se vio tocado por la soberbia o la postura arrogante cuando tuvo encumbramiento político.  

¡Qué vida tan abundante de gracia tuvo Aliro¡ ¡Qué conducta de amistad y buen ser distinguió su vida!

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