¡Allá  ellos!

¡Allá  ellos!

 FRANCISCO ÁLVAREZ CASTELLANOS
Hay dominicanos a los que no entiendo. ¡Y son muchos! Viendo el pasado martes la primera página del diario HOY, me dí cuenta que hay individuos que, por vivir en esta capital, dejaron cinco o diez tareas de tierra, suficientes para vivir. Fíjense en esto. Yo tengo diez tareas de tierra en La Vega.

Las tengo «encerradas» por una cerca de alambre de púas, pero junto a la cerca hay otra, está constituida por…¡cien matas de plátanos! El centro está sembrado de yuca, maíz y guandules y, en la misma cerca, un sembradío de habas blancas.

Dicho de otro modo, hace tiempo que no tengo problemas por plátanos, yuca, maíz, guandules y habas blancas, porque cuando no hay de una cosa siempre hay de otras.

Miles de campesinos dominicanos, nada más que «con lo puesto» han venido a esta capital con el único fin de «buscársela». Dejan sus tierritas para irse a vivir aquí a barrios infernales, donde carecen de todo.

Ahora, si viene una tormenta tropical, ciclón o huracán, las miserables casuchas que levantaron, esas endebles casuchas «vuelan» por los aires, y muchas veces con habitantes y todo. Pero pasado todo, héte aquí que la misma gente que fue trasladada a escuelas en plan de damnificados o vuelve a su lugar de origen o exige que el gobierno les construya casas.

Y así siguen surgiendo las «villas miserias» por doquier, donde vive mucha gente buena, pero mal orientada, así como delincuentes comunes. Yo he visto en esas casuchas magníficos aparatos de televisión, neveras, estufas, etc. Y no pregunten de dónde los sacaron.

Yo recuerdo que, cuando Trujillo, todas aquellas personas que venían a la capital con su mudanza en un camión, eran retenidos en La Cumbre. Y se les preguntaba qué iban a hacer a la capital. Y si no había una respuesta contundente, la mudanza no pasaba.

De ahí que hasta el 1953, más o menos, esta ciudad no llegaba a los 400,000 habitantes. Muerto el «jefe» se produjo una invasión en toda la regla de esta capital, donde apenas existían ocho o diez industrias.

Hoy, Santo Domingo de Guzmán pasa de los diez millones de habitantes, muchos de los cuales viven «arrimados» en casas de familiares, pero la mayoría ha construido sus propios albergues en las orillas de la ría Ozama. De ahí que cada vez que se desbordan las aguas haya una tragedia.

En ese momento estamos en la actualidad. Hay millares de damnificados y de «damnificados». Hubo que tuvo el tupé de rechazar la ayuda de RD$15,000.00 que le ofrecía el gobierno, alegando que eso no le daba para nada.

Y así como ése hay muchos.

Primero que todo hay que asegurar que las casas destruidas a orillas del Ozama, se queden destruidas, y buscarles sitios (en tierras del Gobierno), para que los damnificados de verdad erijan sus nuevas viviendas, con la ayuda de los RD$15,000.00 ya citados.

Si seguimos haciéndole el juego a los delincuentes que se visten con el ropaje de «damnificados», no estaremos en nada.

Ahora, ya es hora de que se planifique la ampliación de la ciudad. Tenemos que asegurar que en cada barrio que se construya existan los servicios básicos: agua, luz eléctrica, recogida de basuras, transporte público, etc.

Solo así Santo Domingo de Guzmán no se convertiría en una «tierra de nadie», en la que salir a la calle de noche es una temeridad.

De hecho, ya esto último está pasando. En lo que a mí respecta, a las seis de la tarde estoy en mi hogar, junto a mi mujer y a las ocho de la noche voy camino de la cama desde la que veo televisión y, luego, ¡a dormir se ha dicho, con la gracia de Dios!

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