POR FEDERICO MARTÍNEZ
Adel Habib me daba bola en mi primer día de oficina en Riyadh cuando oí lo que creí era una sirena. Me sorprendió que no bajara la velocidad y se moviera a la derecha para dejar pasar la ambulancia que yo esperaba ver aparecer en cualquier momento; It is pray time fue su comentario.
Entonces caí en cuenta: Riyadh es una ciudad muy silenciosa; aquel sonido agudo que lo arropaba todo era la Zalá o Salat, llamada a la oración que brota de decenas de alminares con el Muecín clamando: Allah es Grande, Allah es Grande, yo testifico que nadie es Dios sólo Allah. En ese momento pensé que con razón tienen petróleo, ellos oran a Dios cinco veces al día, y a todo volumen, mientras nosotros sólo lo hacemos los domingos, y en voz baja; a ellos tiene que escucharlos.
Esta semana la Autoridad de Inversiones de Abu Dabi invirtió 7,500 millones de dólares en Citigroup, para convertirse en uno de los principales accionistas de ese grupo financiero, aliviando así el Estado de Situación del Citi fuertemente golpeado por los subprimes. En el año 2000 los países de la OPEC recibieron 243,000 millones de dólares por sus exportaciones, para el 2007 se espera que recibirán alrededor de 700,000. Más de treinta años después del choque petrolero del 73 los países exportadores de petróleo han acumulado inversiones en activos, en todas partes del mundo, por trillones (millones de millones, o doce ceros) de dólares. Los cinco países de Concilio de Cooperación del Golfo (GCC — Arabia Saudita, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Qatar) se estima que tienen inversiones mundiales por más de dos trillones; Venezuela, por comparación, sólo tiene el 5% de esto, 100 mil millones. Noruega y Rusia, que son importantes exportadores de petróleo tienen 700 y 600 mil millones en inversiones en el mundo respectivamente.
Los cinco países del GCC tienen en total una población de 32.5 millones de personas, siendo Arabia Saudita el mayor con 23.6. Me atrevo a asegurar que más de la mitad de estos 32.5 millones son inmigrantes. La economía de estos cinco países, juntos, es menos de la mitad de la de España; sin embargo, tiene el problema de tener que colocar cinco mil millones de dólares de excedentes cada semana en los mercados mundiales de inversión.
Según el New York Times del 28 de noviembre estos fondos están invertidos 55% en los EEUU, 18% en Europa, 11% en Asia y África respectivamente y 4% en otros países; no obstante, la inversión en EEUU y Europa se está frenando. La declinación en el valor del dólar y el temor de que esta situación se prolongue son parte del problema. La reacción negativa del público norteamericano frente a la adquisición de bienes en su territorio por intereses musulmanes ya sucedió cuando Dubái trató de adquirir una gran operadora de puertos. La Unión Europea por su parte no está muy feliz de que Rusia y los países árabes estén adquiriendo empresas relacionadas a energía y gas natural en la comunidad. Ciertamente, el apoyo irrestricto de EEUU a Israel, el 11 de septiembre y las guerras ulteriores no hacen más fáciles las relaciones de los países de Medio Oriente con los países desarrollados.
La caída de los precios del petróleo en el 2001 enseñó a los árabes que el tener el grueso de sus inversiones en valores de alta seguridad y bajo rendimiento, como los Bonos del Tesoro de EEUU, no es una idea tan buena, después de todo.
A partir de ahí, han fortalecido sus propios fondos de inversión y ahora son más agresivos en la búsqueda de activos de alto rendimiento, habiendo desarrollado más sus propios mercado financieros.