¡Allende, Allende!

¡Allende, Allende!

Como si fuera un gran descubrimiento que revolucionara la vida de Chile, que redescubriera la Historia del cono sur del continente, que contribuyera al desarrollo de las ideas en América Latina, se publica la gran noticia: el Presidente Salvador Allende Gossens se suicidó.

Desde que exhumaron el cadáver del único presidente socialista elegido democráticamente en el hemisferio, se veía venir una campaña de descrédito contra ese mártir de la verdadera libertad, la que llega a todo el mundo.

Un mandatario que, como dijo recientemente Alicia Alonso: lo importante no es la libertad de hablar, lo importante es que lo que digamos sea escuchado.

Si la autoridad escucha, establece la comunicación pueblo-gobierno,  que permitirá los acuerdos necesarios para iniciar o continuar el camino hacia el desarrollo.

Desarrollo pleno significa la explotación de todos los recursos renovables o no, lo cual generara una riqueza que debe ser distribuida de forma que todos tengamos acceso a la alimentación, educación, salud, empleo, vivienda, seguridad, recreación,  todo lo que se requiere para acercarse al bienestar, en la búsqueda eterna y permanente de la felicidad.

En la búsqueda de la felicidad para Chile y de hallar un camino de acceso al poder fruto de la voluntad de la mayoría, al Presidente Allende hay que distinguirlo por su sabiduría y perseverancia, porque enseñó que los líderes trabajan con acciones  no con florituras verbales y conceptualizaciones engañosas.

Antes de que cegaran la gente con la propaganda, la basura televisiva y de prensa, se leían textos escritos con el ánimo viril de enseñar.

Se leía a  J. M. Vargas Vila, escritor que enfrentó poderes que hasta entonces habían tenido poca oposición inteligente.

Sus obras: “Los cesares de la decadencia”, “Verbo de admonición y de combate”, tienen  tal vigencia  que han sido ocultadas para que hoy no se  sigan ideas y ejemplos como los que ofrece el ilustre polígrafo colombiano.

La mentira, el dolo encubierto, la corrupción, la triquiñuela verbal para engañar incautos, vinieron envueltas en los míseros líos de ropa que trajeron los europeos que poblaron América.

Esa alforja de maldades terminó de alimentar el pensamiento y la acción de  los que para mandar practican las peores formas de gobierno como discípulos de malvados como Maquiavelo.

De Lo que no se habla es del valor de Allende, acosado por el poder de Estados Unidos ligado a oportunistas de la peor laya, de eso no se habla. Ahora se quiere llegar al 11 de setiembre del 2011 en un intento de desacreditar  la memoria del ilustre Presidente Salvador Allende Gossens y  se “descubre” que se suicidó.

Lo que no dicen es que decidió no ser prisionero de la intolerancia y prefirió irse con dignidad, sin doblegar los principios.

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