“Almas en subasta”

“Almas en subasta”

Un viejo título de la cinematografía universal viene a la mente cuando nuevos hechos locales reafirman que el dinero y su capacidad para prodigar dádivas, sustentadas indiscretamente en el Fisco, ha sido, es y seguiría siendo importante factor en los debates partidarios y en el afán de conquistar voluntades. Almas son a las que se pone precio en función de sus necesidades o aspiraciones de cualquier rango, incluyendo las más indefendibles. El pueblo llevado a lo estomacal en desprecio a sus funciones cerebrales. A la valoración de las ofertas sin sujeción a los inmediatismos. Al análisis no solo de los gestos propios de la mendicidad, sino de las intenciones, aptitudes, méritos y antecedentes de quienes dedican esfuerzos de proselitismo con manos llenas, ayer de unas cosas, hoy de otras. Mochilas o anillos.
La gente desprovista de capacidad para exigir, con herramientas para el razonamiento crítico o para cubrir necesidades elementales, vuelve a quedar proyectada como mercancía: la mejor para fines electorales. El dinero ha estado a chorro en trascendentes «éxitos» de la política dominicana, instrumento contundente que mueve montañas, modifica constituciones, arrea multitudes. Se utiliza no solo como ayuda directa, sino para influir en la imaginación con obras y sus espejismos; y con técnicas que dan resultado –comúnmente sufragadas desde el Estado- pero que han merecido cárcel al menos fuera del país.

Las fronteras de tierra adentro

No por carecer de mojones y otras formas de fijar límites deben subestimarse las barreras que colocan al progreso y la abundancia de un lado y la carga de necesidades y atrasos en ámbitos que les son adyacentes dentro del mismo país. No es lo mismo capital que provincias. Las imágenes urbanas que más se asemejarían a Miami podrían estar a no mucha distancia de los lugares de la propia jurisdicción nacional en los que abundan las aguas cotaminadas y en extinción por los desastres sociales que bordean sus cursos y llenan suburbios.
La desigualdad persistente y preocupante que confirman estudios de la realidad dominicana enfocada por entidades de mucho crédito muestra sus peores tintes en el desempleo juvenil mayoritario 52% y en la proporción alta de familias cuyos ingresos no cubren el costo de la vida.

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