“Almas para Armas”

“Almas para Armas”

“Si las almas pudiesen hablar, las armas se silenciaran… Pero, cuando hablamos de que hay almas para Armas, estamos transportándonos a una dimensión muy superior, en la que el sólo soplo de los vientos caribeños nos roza nuestros más hondos recuerdos y los hace cobrar vida de nuevo… Y… ¿Por qué hacemos esta reflexión inicial?… Más claro no va a cantar un gallo, cuando descubramos que al referirnos a ‘Armas’, lo hacemos tocando las fibras más intensas de un ser que pasó por esta tierra dejando huellas indelebles entre los que tuvimos la suerte de disfrutar de su amistad”… -Así nos habla Píndaro, al recordar a su hermano y casi padre, José Armas, conocido entre sus íntimos como ‘Geo”-…

“Hace ya unos 38 años, el verdor en la costa norte de nuestro país, fue homologado a la tierra hermosa de Bejucal, al norte de la provincia cubana de Mayabeque… Una pareja de turistas, cuyo hijo iniciaba sus estudios de Medicina en la Madre y Maestra de Santiago De los Caballeros, nos acompañó a bordo de una guagüita Mazda color rojo en un corto viaje para mostrarles la riqueza de esa zona… Él, Geo, ocupaba el asiento delantero… Ella, su preciosa esposa Mercedes, acompañaba a nuestra esposa Carmen Rosa en el asiento trasero mientras comentaban meticulosos detalles como sólo dos mujeres inteligentes siempre saben hacer… El día estaba claro y despejado, y el cielo fulgurante nos acompañaba… De pronto, mientras converso con Geo, me viro hacia él mientras fluyen los detalles de nuestras explicaciones… ¡Dos lágrimas ruedan por sus mejillas mientras baja su cabeza!… Jamás imaginé que el alma de los recuerdos de sus orígenes iba a calar tan hondo, provocándole una nostalgia que ocasionó que las frases a seguir estuviesen entrecortadas… ‘Me parece estar en mi Cuba querida’, nos dijo… A partir de ese momento tendríamos a nuestro lado, para toda la vida, a un nuevo dominicano de corazón… Quizás, más que muchos de nosotros a quienes nos da trabajo captar y respetar la belleza de la naturaleza que nos permite respirar cada día…”.

“Fue un viaje en familia… Nuevos conocidos… Viejos amigos de toda una vida… Hablando hasta por los codos, nuestra curiosidad nos iba a matar como al gato, pero fuimos astutos y, entre cuentos y recuerdos, tuvimos la gran suerte de conocer a un ser que, por cerca de tres décadas, se entregó por entero a recibir, guiar y casi adoptar, a miles de exiliados que se vieron obligados –por convicción- a abandonar su tierra natal y abrirse camino en otras tierras…. Su formación en Derecho, su inmensa personalidad -adornada por una sonrisa amplia, penetrante y convincente-, fueron la llave para supervisar el Programa de Asistencia para Refugiados Cubanos en los Estados Unidos, motorizando el ‘Proyecto Independencia’, que consistió en colocar a miles de refugiados en posiciones de trabajo en las instalaciones del Parque Disney, en Orlando…”.

“Los años han transcurrido y su vida acaba de extinguirse a sus 90 años… ¡Qué suerte hemos tenido los que, aún luego de su partida, tenemos el alma de Armas en nuestra compañía… Hoy, tiempo en que los valores parecen estar escondidos muchas veces detrás de oscuros intereses, tiempo en que la amistad no la valoramos en toda su extensión, tiempo en que el ejemplo es condicionado por resultados muchas veces interesados, su esposa, sus hijos, los exiliados ya ciudadanos de otros lares y nosotros como familia extendida, debemos mantener vivo el recuerdo y dar testimonio de quien fuera un caballero a carta cabal… Y, un Dominicano de corazón… ¡Allá, en el firmamento, tenemos la seguridad de que hay montones de almas para Armas!”.

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