Almas retorcidas

Almas retorcidas

Molde del agrio existencial que constituye la gasolina de los amargados, convertido en material literario, el inmenso e irrepetible Gregorio Marañón escribió lejos de su patria en 1939 un texto exquisito: Historia de un Resentimiento. Observando en el detalle a Tiberio, el médico español retrata las características de la condición humana y nos asigna referencias necesarias para entender la raíz de los que, asfixiados por traumas de infancia, llevan en su espalda la mochila de dolor capaz de provocar la derrota interna que los hace individuos despreciables.
Transcurridos 80 años de su publicación, los estudiosos del comportamiento tienen variopintas modalidades para analizar el perfil de los resentidos y su estructura mental porque su esencia invariable los dibuja como desdeñosos frente a toda manifestación de avance, desarrollo y éxito de los “otros”. Y la clásica reacción se reduce a una lógica de impugnación que los evidencia frente al resto debido a que en el retrato hablado de su fatalidad privada no se sienten seguros con metas patrimoniales conquistadas, sino que sus objetivos públicos eclipsados como resultado de sus saltos constantes, inestabilidad emocional y reiterada deslealtad, serán materia prima de eterna desconfianza y fuente para negarle designaciones gubernamentales anheladas. La vocación por encontrar en los otros retorcimientos que les son propios, identifica al resentido. Ausculta con fascinación y al no conseguir el yerro deseado, tiende a fabricar no lo que es, sino todo lo que anhela identificar como falencia trágica provocando un efecto devastador en su interior: cuando acusa se retrata en cuerpo y alma. Una alma retorcida no tiene cura porque el resentimiento es una carga pasional tan pesada que se eterniza en lo más profundo del alma y pospone constantemente cualquier esfuerzo transformador debido a que nadie puede contra su naturaleza. Las almas retorcidas tienen en la disfuncionalidad íntima el néctar del “rechín” existencial y causa básica de escándalos familiares excelentemente descritos por Gregorio Marañón al recordarnos cómo Tiberio concluyó sus días asesinado por su nieto Calígula.
El resentido siente que la escena pública es terreno fértil para su actuación, y es que el sentido de la competencia tiende a confundirse como espacio para toda clase de perversidades que, con bastante frecuencia, lo convierten en instrumento útil para el tinglado de maldades infladas por vía de una mano retorcida siempre dispuesta a financiar campañas de altísima carga calumniadora. La historia recrea su final trágico, desde el deceso de Augusto en Nola excediendo los 75 años, todos los que le conocieron lo describían como un ser humano de naturaleza intrigante.
Releer Historia de un Resentimiento resulta interesante porque pone en contexto que, desde siempre, las almas retorcidas pululan en la escena pública y edifican a una parte importante de la sociedad en el entendimiento de desviaciones íntimas. Gregorio Marañón describió los excesos de la Villa de Capri como fuente de descomposición detallando la “predilección por infantes anclados en disfrutes aberrantes de un desvergonzado espectáculo sexual”. Así los adversarios de Tiberio le cobraban una factura imputable a la rivalidad existente y fuente de discusión histórica respecto de la credibilidad o no del relato. Ahora bien, las reyertas fundamentadas en disputas políticas abren las compuertas de relatos falsos e injuriosos. Contrario a la imputación que nace en el lazo sanguíneo porque la descripción tiene un carácter creíble al ser develado por labios de la hermandad, definen con exactitud la naturaleza del resentido y fuente de ocultar con histérica perturbación su verdadera identidad.
Al resentido no se responde, se le “entiende”. Ignórelo y punto. Ya Plinio, lo definió brillantemente: “tristissimus hominum”. Por eso, los que venimos de un origen cañero desarrollamos la destreza de afrontar la vida con la dulzura existencial y nunca perder la sonrisa. Antes, el poeta simbólico petromacorisano y de la patria lo describió con certeza: murciélagos despavoridos/acorazados con sus arrogancias.
Hace ocho décadas Gregorio Marañón produjo Historia de un Resentimiento, un material indispensable para comprender las almas retorcidas. ¡Celebremos su publicación!

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