Como es lógico y habitual, la campaña electoral en Estados Unidos provoca la atención del mundo, atento a quién podría tener las riendas del poder de aquí a pocos meses y qué impacto generaría en la geopolítica mundial e, incluso, en nuestros propios bolsillos. Voy a tomar como insumo fundamental para este artículo dos trabajos de hace unos días de Paul Ktugman, Premio Nobel de Economía de 2008, y uno de los economistas más mediáticos de estos tiempos, tanto por su columna en el New York Times como por su prestigio. Ciertamente, es un economista del campo “liberal” estadounidense que, sin embargo, integró el equipo de asesores presidenciales de la Administración Reagan. Generalmente se le considera cercano a Hillary Clinton.
No es cierto, como algunos a veces dicen, que en Estados Unidos es casi lo mismo un demócrata que un republicano. Son dos partidos muy distintos. En campaña electoral los republicanos – como también en el ejercicio del poder – se centran en la reducción de los impuestos a los de mayor ingreso – gobierno de “los ricos” le decían al gobierno Bush – con la ilusión, descabellada dice Krugman, que tendría un efecto muy positivo, nunca exactamente comprobado. Es la “disposición para entregarse a las fantasías económicas”. Los demócratas prefieren una política fiscal que le genere ingresos que les permita expandir programas sociales. Krugman critica lo que considera han sido “afirmaciones exageradas” del precandidato demócrata Bernie Sanders, con promesas de crecimiento difíciles de alcanzar. Por otra parte recuerda que los “candidatos republicanos han sido objeto de muchas y justificadas burlas por sus declaraciones cada vez más exageradas sobre el increíble crecimiento económico que serían capaces de lograr” y advierte que “debería asustarnos lo poco que muchos de los candidatos a la presidencia han aprendido de los últimos ocho años” ya que “hay una gran agitación en los mercados mundiales. No tiene nada que ver con la de 2008, al menos por ahora, pero es preocupante”. Al igual que en aquel momento detonante de una crisis, de la que el mundo no acaba de recuperarse, se generó presión sobre deudas derivadas de una avalancha de hipotecas sin respaldos, ahora el problema se está conformando por los préstamos a petroleras bajo desastrosa presión por el desplome de los precios. “Nadie sabe a ciencia cierta lo grave que será, pero los mercados financieros lanzan señales de advertencia”. Por varias semanas he estado analizando desde esta columna la tensa situación que todo indica se está gestando en el escenario económico mundial con “drones” planeando en el horizonte. A ello se agrega, llegue a estallar una nueva crisis o no, la advertencia que nos envía Krugman:
“¿Y cómo creemos que lo harían los distintos aspirantes a presidente si se enfrentasen a esos desafíos? Bueno, por el lado republicano, la respuesta es, básicamente, que Dios nos ampare. Las opiniones económicas de ese lado del espectro político oscilan entre lo bastante alocado y lo absolutamente descabellado”; y que “uno se estremece al pensar en cómo respondería la política estadounidense a otra recesión si cualquiera de los candidatos republicanos que aún sobreviven consiguiese llegar al Despacho Oval”.